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Europa envía 737 millones para combatir los malos olores que lanza Vademingómez

José Manuel Romero

, Ha hecho falta contratar olfateadores profesionales para confirmar una evidencia: en los alrededores de Valdemingómez, el basurero de Madrid, huele mal. Un estudio encargado por el Ayuntamiento a la consultora norteamericana Haskoning ha precisado, además, que el punto que hiede es la planta de fabricación de abono. La Unión Europea regalará 737 millones a Madrid -el municipio pondrá otros 184- para resolver el problema: se automatizará el tratamiento y volteo de la basura orgánica y se techarán las playas de fermentación para evitar la propagación de olores.

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En la planta que trata una parte de las 3.600 toneladas de basura que produce diariamente la capital se aprovecha casi todo. La parte orgánica de la basura se convierte en abono. Pero el proceso es lento y, sobre todo, oloroso. Es aquí donde, según los estudiosos de Haskoning, se producen los mayores "picos de olor" que pueden molestar a los vecinos. Hay unas playas de fermentación donde los restos orgánicos se acumulan y son volteados. Hasta que se convierten en abono pasan dos meses. En este tiempo se producen líquidos nauseabundos que llenan piscinas de lixiviados. "[Este] es el primer punto sobre el que habría (que actuar para mejorar la situación actual en cuanto a emisión (de olores", dice el estudio.Segundo problema: el proceso de volteo de las montañas de basura orgánica es de dos tipos: automático y manual. Cuando se voltean en la planta automática y cubierta la oxigenación es mayor y el olor menor. Sin embargo, cuando el operario que maneja un pequeño tractor hace la misma operación al descubierto (véase la fotografía) la oxigenación es menor y el olor mayor. "El volteo es mucho menos violento en la pila automática que en la manual, lo cual también contribuye a disminuir el olor", concluye Haskoning. Solución: ampliar la planta automática para tratar toda la basura orgánica. "Ése es el empeño del Ayuntamiento para reducir el impacto", dice Jesús Sáez de Santamaría, consejero técnico del edil de Medio Ambiente, Adriano García Loygorri.

El proyecto municipal aprobado por la UE consiste precisamente en mejorar las instalaciones de compostaje. Actualmente diseñan las nuevas instalaciones, que costarán 921 millones, de los que el Ayuntamiento pagará 184 millones y la Unión Europea el resto. El proyecto saldrá a concurso el próximo mes. "Queremos ampliar los sistemas mecánicos de volteo con máquinas nuevas y techar alguna de las zonas para evitar la propagación de olores", explica Sáez de Santamaría.

En la concejalía de Limpieza, que dirige el edil Luis Molina (PP), respiran tranquilos. "Los olores no son significativos", dice el concejal. Esgrime otro estudio, de Wessel, ingeniería alemana de medio ambiente. Pero sólo facilita a este periódico sus cuatro últimos folios con 14 párrafos. Wessel concluye: "Se considera impacto ambiental dañino los olores molestos que se prolongan durante más del 5% de las horas anuales (...). Las frecuencias de observar olores procedentes de Tirmadrid [la planta de tratamiento de residuos de Valdemingómez] son menores que el 3% de las horas anuales. Por tanto, y como consecuencia de la fuente de emisión de Tirmadrid, sólo aparecen en los barrios colindantes de vez en cuando ligeras molestias de olores". Sin embargo, deben ser esas horas molestas las que provocan las continuas protestas de los vecinos de Santa Eugenia, de la propia presidenta de la Junta de Villa de Vallecas, Carmen Torralba (PP), y del gobierno de Rivas-Vaciamadrid, de Izquierda Unida.

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