Hermosa filigrana llena de verdad
El globo blanco es, una hermosa, delicada, minimalista donde, las haya, película iraní que se llevó seis meses el, premio Cámara de Oro que concede el festival de Cánnes al primer largometraje de un realizador. Los ganadores de esta distinción (especie de aval en blanco para que sigan haciendo películas) están engrosando,a medida que surgen una más que esperanzadora lista de cineastas primerizos, que, encauzan con autoexigencia su talento y afrontan la continuación su carrera con sagacidad y riesgo. Recordemos para orientamos, que el vietnamita Tran Hanh Hung ganó hace dos años con El olor de la papaya verde esta Cámara de Oro y hace tres, meses" en el último festival de Venecia, convenció y arrolló con su gran segunda obra, Cyclo.Otro tanto, si se tienen en cuenta los antecedentes profesionales de este cineasta, puede ocurrirle al iraní Jafar Panahi, director de la humildísima película que comentamos, mucho menos ingenua de lo que parece a primera mirada. Su ejercicio de estilo realista inmediato, su capacidad para dar a la pantalla una intensa sensación de verdad, humor y fuerza lírica, dejan ver en él un conocimiento poco común de los entresijos de su oficio, lo que presagia un director muy hecho, con la escuela incorporada al instinto, lo que le permite saber qué busca y cómo encontrarlo.
El globo blanco
Dirección: Jafar Panahi. Guión: A. Kiarostami y J. Panahi. Irán, 1.995. Intérpretes: Aida Mohammadkhani, Mohson Kalifi, Fereshteh Sadr Orfani. Madrid: cine Ideal (VOS).
Panahí es discípulo de Abbas Kiarostami, extraordinario cineasta que en pocos años ha ganado fama mundial. En España sólo se conoce de él una obra estilísticamente muy refinada, A través de los olivos, pero que, pese a su belleza y sorprendente austeridad y rigor, está lejos de ser su mejor filme. Panahi ha trabajado con Kiarostami en varias películas y esto hace que la mano del maestro se perciba en El globo blanco de dos maneras. Una, en la escritura de la película, en la que Kiarostami intervino de viva voz dictado un magistral. esquema de guión con apuntes, de desarrolló incluidos, que luego Panahi moldeó: definitivamente,, logrando una pieza. de excelente escritura cinematográfica (es imposible imaginarla como relato literario: indicio de puro cine). Y otra en el tono, en la cadencia y la, peculiaridad del, realismo que despliega sobre una mínima anécdota.
La historia -casi no es una ficción o es más que una ficción de El globo blanco parece un retazo de vida arrancado de ecos y de imágenes tan leves, fugaces e incapturables que causan la impresión de que están adheridas y de allí las saca Panahi- a las paredes encaladas del patio donde los niños protagonistas fabulan un universo alrededor del interior de la casa de sus padres. y a las aceras de las calles del barrio de Teherán donde la niña se embarca en un itinerario emocional tan sencillo como conmovedor e insólito. Todo en esta miniatura está bordado con seda cinematográfica: pegadizo amor a lo que ocurre, igual contagiosa pasión por quienes (admirables actores naturales) les ocurre y gran elegancia en la forma de capturar la aventura de la niña y convertirla en, poema,. pues la poderosa mirada documental de la cámara parece diluirse en algo ensoñado, casi irreal de puro verdadero.
La película es de la estirpe de Caro diario, Justino, Fresh, Café irlandés, Lloviendo piedras, Clerks y decenas de maníficas películas que cuestan cuatro cuartos y producen cuarenta mil, lo que las convierte, en las más rentables del cine actual, demasiado obsesionado por los ceros a la derecha. Ahora El globo blanco se exhibe en toda Europa, pero bastó una semana de su, paso por París para que las, huchas caseras vaciadas por su rodaje volvieran a llenarse. Ciñe indispensable, por ello, desde cualquier ángulo que se le mire.
Babelia
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