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Una profesora de la Autónoma desentraña el enigma de la Piedra Escrita de Cenicientos

Vicente G. Olaya

, El misterio de la Piedra Escrita de Cenicientos (un monolito con enigmáticas inscripciones y figuras) ya es historia. Alicia Canto, profesora titular de Arqueología de la Universidad Autónoma, lo ha desentrañado. Esta especialista en epigrafía (ciencia que estudia las inscripciones) ha descubierto que se trata de una capilla romana levantada en alabanza a la diosa Diana. Numerosos expertos españoles y extranjeros lo habían estudiado antes sin éxito. "Era sencillo. Alguien había manipulado la inscripción romana y medio borrado sus letras", dice esta arqueóloga.

Todo comenzó cuando hace dos meses los alumnos de Alicia Canto le entregaron dos artículos de este periódico que hacían referencia a la Piedra Escrita (véase EL PAÍS del 13 y 14 de octubre). En los reportajes se recordaba que Jesús Ampuero, del PP, alcalde de Cenicientos (1.800 habitantes), pedía ayuda a la Comunidad para revelar el enigma de esta piedra de siete metros de altura y nueve de perímetro. El monolito tiene grabados en su centro una inscripción ilegible, tres figuras togadas y dos animales."Me picó la curiosidad. El asunto parecía interesante. En principio, sólo estaba claro que se trataba de un monumento romano", comentó ayer Alicia Canto. Lo primero que Canto hizo fue recopilar toda la documentación existente sobre la piedra. Descubrió que el monolito ya había llamado la atención, en los años ochenta, de varios estudiosos españoles y del catedrático de Historia de la Universidad de Berkeley (Estados Unidos), Robert Knapp, "Knapp estudió la piedra y leyó en ella una borrosa inscripción: 'A las tres Marías'. Sin embargo, estaba claro que los romanos no escribían en castellano", bromea. "Por tanto, lo que Knapp había leído era una manipulación medieval de la inscripción romana".

Alicia Canto se acercó a Cenicientos. Observó la inscripción y pronto descubrió las letras originales sobre las que alguien había escrito la inscripción mariana. Canto separó los caracteres A L S SISC Q DUANAE. "Estas letras son las iniciales de la siguiente inscripción latina: 'Animo libem solvit. Siscinius Q Duanae'. Lo que significa 'Siscinio Q [no ha podido descubrir el apellido] cumplió su promesa de buen grado ante Diana'. Es decir, un tal Siscinio había levantado una capilla a la diosa Diana para darle gracias por algo".

Canto luego estudió las tres figuras togadas y los dos animales que se sitúan bajo ella. "Fue difícil delimitar sus perímetros porque el dueño de los terrenos los había dañado para evitar que los curiosos le destrozasen los cultivos cada vez que se acercaban a ver la piedra", cree. "Con un programa informático, mi hija y yo reconstruimos los deteriorados perfiles. Descubrimos que se trataba de las figuras de un matrimonio romano que hacía una ofrenda a una figura más digna y con la cabeza erguida. Estaba claro que se trataba de Diana, diosa de la fertilidad y protectora de los dolores del parto. Bajó ella se situaban una vaca y un cabrito, dos de los animales que la representan. El misterio estaba resuelto".

Esta profesora de la Autónoma añade: "Parece evidente que Siscinio es la figura masculina del monumento y su mujer es la que aparece a su lado. Ambos daban las gracias a la diosa Diana por un buen parto o por los hijos tenidos. Siscinio era posiblemente el propietario de los terrenos donde se levantó la Piedra Escrita". De todas formas las investigaciones de Canto han ido un poco más allá. "Los cuatro agujeros que se ven a ambos lados de las figuras corresponden a los lugares donde se sustentaba el tejadillo de la capilla. Este tejadillo, hasta ahora desaparecido, fue transportado por unos pastores unos metros más allá para utilizarlo como refugio. Y allí está todavía", asegura.

Cristalería fina

, El megalito de Cenicientos levantó en los últimos años gran interés entre los expertos. Destacados arqueólogos lo describieron y estudiaron detenidamente. La mayoría lo fechó en el siglo II, pero fueron incapaces de explicar su significado. Se especuló con que era la pared interior de un templó latino, un altar, un centro funerario y un elemento separador entre provincias romanas. Incluso, alguien llegó a explicar a las autoridades locales que podría tratarse de un monumento celta.

La poca uniformidad de los criterios arqueológicos hizo que el alcalde, Jesús Ampuero, pidiese ayuda a la Comunidad. "Aquí cada uno dice lo que quiere. Lo único claro es que los vecinos de Cenicientos desconocemos con exactitud el monumento que tenemos. Me parece que el patrimonio de los madrileños merece más respeto", comentó en octubre el regidor. La Comunidad tomó nota. Una comisión de especialistas, enviados por la Dirección Regional de Patrimonio, atendió sus peticiones. Hace pocas semanas hicieron públicas sus investigaciones: no habían sido capaces de determinar con exactitud "la época cultural a la que pertenecía el monumento". Alicia Canto no quiere entrar en polémicas, pero apunta: "El único enigma de esta piedra era cómo nadie parecía capaz de resolverlo. El patrimonio cultural es como una valiosa vajilla dentro de la cual está la cristalería final que es la arqueología. Su manejo requiere la máxima profesionalidad".

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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