Castillejo, al lado
Porque de todo tiene que haber un poco para que el Señor conserve su omnipotencia y El Corte Inglés su universal prestigio hasta el final de nuestros días, hay escritores por ahí que, de la noche a la mañana, se han asomado al guindo del submarino y han caído, rodando, en la cuenta casi corriente de que "esos escritores que salen en todas partes son siempre los mismos".Para asimilar tal perogrullada, ofrecida en alta definición, habrán tenido que reconcentrarse como en la cena de José Barrionuevo o en el ayuno analítico de Gustavo Villapalos. Los hay peores. Hasta el punto de ni poner en tela de juicio, o mejor pingando, la supuesta dignidad de salir a lo que se sale, pues es muy cierto que se ve a la legua que la ya habitual protesta nace del hecho de que el asomo se baste solito ("vale quien vale,/ levita") sin dar lugar jamás a lo rotativo del halo, a la alternancia del apetito y a lo expansivo del pringue.
Quien sí lo ha visto claro, por el contrario, es Antón Reixa, ex-resentido, maestro en el alivio rápido. Haciendo caso omiso del asombro hipócrita, él mismo se lo ha dicho a la cara: "Si los taxistas nos dan una interpretación del mundo, yo no voy a ser menos". Algunos madrugaron más, de acuerdo, pero se lo callaron. Otros, que son los más, siguen sin resignarse a tener que elegir, por pelotas, entre decirse eso o callarse. Pese a todo, imaginemos ahora, al son remoto de lo navideño, ("¡apriétame más!"), que esa protesta errática, propia de mirones estragados, también contiene el deseo, ciego y legítimo, de toparse algún día con algo no convertible en lo mismo, en otro fragmento de eso mismo que sale en todas partes, aliento de palmeros del sentido común o de médicos de su honra, experiencia sentiente del transformar, a pulso y a pelo, la mala fe singular en conciencia general básica...
Resumiendo la arenga -pues sé de algún lector amigo que se pone bastante nervioso cuando no se dejan miguitas-, cabe, en efecto, que alguien busque en el fondo, para enfrentarse a la mismidad, lo que siempre ha tenido al lado. A eso, a eso vamos ya. Y así nos encontrarnos, sin más rodeos, con el poeta José Luis Castillejo, que ni sale ni deja de salir, pero que hace mucho que, por fortuna, está ahí, al lado, del lado de eso que los mendaces llaman "experimental".
En el número 2 de la revista Sin título, editada por la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, acaba de aparecer una entrevista intensa con el autor de The Book of i's, seguida de una antología de textos (escritos y no escritos). Pueda el lector interactivo manejar ese todo y no quedarse sólo con lo que aquí entresaco. Pero, mientras tanto, José Luis Castillejo le habla así a su auditorio: "El problema es que todos queremos verlo todo. Y eso no es posible. Si es posible, en la escritura moderna es posible. Pero entonces la gente se queja de que no entiende. Pero, si usted lo ha visto todo, ¿qué le queda por entender? Desde luego, todo. Y si usted lo ha entendido todo, ¿qué le queda por ver? También todo. ¿Y comprender? Eso es cosa del que ha visto bastante y entendido bastante. Seguimos." Y sigue. Luego, al responder, responde: "Tierno Galván me preparó para el ingreso en la Escuela Diplomática, y escribí para su revista algunos artículos sobre Wittgenstein, Russell, Wiener, etcétera. Hombre muy culto pero provinciano, falto de convicción que sustituía por la moralina. Fue el Azaña del franquismo y del post-franquismo. (...) Nunca entendió a Freud, ni a Picasso, menos aun a Joyce, Matisse o Jung".
Secuencias
Y, al escribir (Escritura no escrita), Castillejo, que considera a Gertrude Stein como la madre de la escritura moderna, escribe: "Un libro vacío es un objeto simétrico que permite establecer dos secuencias al contar todas sus páginas empezando por sus dos lados":
Convenido de que el hombre contemporáneo no tiene ya escritura, bucea en la escritura no escrita: "Es lo que nunca llegaremos a decir de los arquetipos del inconsciente y de lo numinoso". Eso que está ahí, al lado, del lado de José Luis Castillejo, poeta que ni sale ni deja de salir.
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