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La crisis monetaria hace zozobrar, un año después del 'crash', las estructuras de México

La crisis económica de México, "la primera del siglo XXI" en palabras del director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus, está haciendo zozobrar, un año después de su estallido, las estructuras sobre las que se asentó el Estado mexicano después de la Revolución de 1910. La devaluación del 20 de diciembre del año pasado, a sólo tres semanas de que el presidente Ernesto Zedillo asumiera el poder, dio un revolcón a las prioridades del flamante Gobierno. La hecatombe financiera, con serias secuelas en el resto de Latinoamérica, se impuso en la agenda del Ejecutivo.

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La difícil recuperación de la confianza

Todo comenzó el 23 de marzo de 1994. Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), 66 años al frente del país, caía a balazos en Tijuana. Primer golpe. Los capitales extranjeros de corto plazo, que financiaban un enorme déficit por cuenta corriente de 28.000 millones de dólares pusieron pies en polvorosa des confiando de una inestable situación política. 11.000 millones de dólares huyeron. A finales de septiembre de 1994, otro dirigente priísta, José Francisco Ruiz Mas sieu, era asesinado en la Ciudad de México. Segundo golpe.Carlos Salinas de. Gortari, en los estertores de su sexenio, y su gabinete económico ya calibraban la posibilidad. de devaluar el 20 de noviembre, aniversario de la Revolución. No, lo consideraron oportuno pese a los crecientes indicios de que el peso, por entonces a 3,40 en su cotización frente al dólar, estaba claramente sobrevaluado. La fuga de los inversores, también los mexicanos, continuó "No esperábamos que se fueran todos", admiten altos funcionarios de Hacienda.

Pero la papeleta quedó para la siguiente Administración. El Gobierno decide ampliar la banda de fluctuación del peso frente al dólar en un 15%. Jaime Serra Puc, he, entonces secretario de Hacienda, se resiste a hablar de devaluación. La presión sobre el peso prosigue. Hoy se sabe que en los dos días siguientes a la ampliación de la banda de deslizamiento, 5.000 millones de, dólares optaron por refugiarse en otros mercados. Las reservas de divisas, más de 16.000 millones de dólares en octubre de 1994, se desploman hasta los 6.000 millones de dólares. El peso entró en libre flotación. Ayer el billete verde rozaba ya los ocho pesos.

Concesiones secretas

Ante esta situación, el Gobierno estableció prioridades. Lo primero, recuperar la confianza en los mercados, había que terminar con la amenaza de los Tesobonos, un tipo de deuda a corto plazo que se pagaba en pesos, pero según la cotización del dólar. La ayuda externa era imprescindible. Y llegó a mansalva. El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, otorga el 31 de enero por decreto, ante la reticencia de los republicanos, 20.000 millones de dólares. El FMI concede otros 17.800 millones, el mayor desembolso de su historia, y los bancos centrales europeos suman 10.000 millones de dólares al paquete de salvamento. El fantasma de. la bancarrota se conjuró. La suspensión del pago de la deuda "habría provocado una catástrofe, mundial", explicó Carridessus. Pero la oposición, especialmente el Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro izquierda, denuncio concesiones sec retas a EE UU para obtener los préstamos. Semejante avalancha de créditos exige contrapartidas.En primer lugar, un plan de choque para sanear las finanzas públicas. Guillermo Ortiz, secretario de Hacienda tras la destitución de Serra, anuncia el 9 de marzo drásticas, medidas: la gasolina sube de golpe el 35%; la electricidad y el gas, el 20%; el impuesto sobre el valor añadido (IVA) se eleva del 10% al 15%, y el gasto público se reduce el 10%.

Por entonces, las previsiones del Ejecutivo no preveían el descalabro económico que hoy se revela demoledor. Ortiz auguraba una caída del Producto Interior Bruto (PIB) del 2%. "En 1995, el PIB caerá el 7%", dice hoy Alejandro Valenzuela, portavoz del plan de choque. La, inflación, según el responsable de Hacienda, llegaría al 42%, pero acabará superando claramente el 50%. Y todo. ello con unos tipos de interés por encima del 50% en la actualidad -para atraer capitales y sostener la moneda- que ha provocado el cierre de 10.000. empresas y un aumento de la cartera vencida que pone al borde de la quiebra, a los bancos mexicanos. Las consecuencias sobre el paro causan escalofríos. Aunque parece que se ha detenido la pérdida de empleos, un millón de mexicanos, además de otro millón que cada año se incorpora al mercado de trabajo, engrosan la legión de desempleados.

La segunda concesión al FMI para obtener la riada de dólares es un programa de privatizaciones que acelera el desmantelamiento. del Estado protector. El Ejecutivo de Zedillo sólo ha salvado de la venta al mejor postor la extracción de petróleo, un asunto extremadamente delicado, en México, tras la nacionalización del petróleo que el presidente Lázaro Cárdenas llevó a cabo el 18 de marzo de 1938.

Precisamente en el 57º aniversario de esa nacionalización, Adrián Lajous, presidente de Petróleos Mexicanos (Peméx), anunció la privatización de 61 plantas petroquímicas, por las que se estima que el Gobierno puede ingresar alrededor de 1.300 millones de dólares (unos 160.000 millones de pesetas). A pesar del rechazo del PRD y la tibia oposición sindical, el pasado 30 de octubre Pemex dio su visto bueno a la venta de las primeras 10 plantas situadas en los Estados del Golfo de México.

La ola privatizadora se completa con la red de ferrocarriles, puertos, distribución de gas, etcétera. Las autoridades mexicanas esperan recaudar en total 14.000 millones de dólares por la venta de estas sociedades, públicas. La última privatización de cidida ha sido la de las Pensiones del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Una medida que ha suscitado recelos incluso en las filas priístas. Aprobada la semana pasada por los legisladores del partido gobernante, tras algunas modificaciones, los pensionistas mexicanos podrán optar a partir de 1997 por gestionar sus cuotas mediante empresas privadas a las que el Ejecutivo se ha comprometido a controlar. "Todavía se puede hacer frente a las pensiones de los trabajadores. Pero si no se reforma ahora, en el año 2000 el IMSS estaría totalmente descapitalizado", aseguran funcionarios de esta institución.

Casi dos años después de entrar en vigor el Tratado de Libre, Comercio (TLC), y en plena apertura económica con otras regiones, México se encamina a configurar un nuevo Estado que nada tiene que ver con el ideado por los líderes revolucionarios y, que el general Cárdenas reforzó en los años treinta.

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