"La reforma del reglamento es insuficiente"

Los veterinarios taurinos sienten una sensación agridulce a la hora de analizar la reforma del reglamento, cuya entrada en vigor está prevista para la próxima temporada, según expresa Antonio Borregón, presidente del Consejo de Colegios de Veterinarios: "Nuestro sentir generalizado es que el cambio, aunque es positivo y significa un avance, también es insuficiente para enfrentarse con tanto fraude como caracteriza hoy a la fiesta".

Borregón puntualiza que "tampoco era tan difícil ni tiene mucho mérito mejorar el reglamento de 1992, el peor de la historia de la fiesta y paradójicamente cómplice del principal problema que quería atajar, el del afeitado ".Esa normativa, obra del mi nistro Corcuera, tuvo el apoyo del propio Borregón, a quien no le importa autocriticarse: "Fue un error, pero lo cometí en aras del consenso con el que se hizo y pensando en que todos los sectores cediesen algo. Luego ya se vio su desastroso resultado".Aquel reglamento quitó toda autoridad a los veterinarios a la hora de rechazar toros por fundadas sospechas de afeitado e incluso para decidir qué pitones y vísceras se enviaban a análisis. Tal función, ejercida tradicionalmente por estos facultativos, pasó a los presidentes, "y así le fue a la fiesta, porque la mayoría de ellos ni son aficionados ni tienen experiencia o personalidad suficientes para cumplir con su obligación y aplicar la ley". En 1995, sólo, los usías de cuatro plazas enviaron un total de 31 astas a análisis (ver EL PAÍS del pasado día 8).

Con la reforma, los veterinarios recuperan su autoridad en los reconocimientos posmortem, pero no así en los previos al festejo, ya que sigue siendo el presidente el que decide, tras escuchar su opinión. "Por eso califico la reforma de insuficiente. Esta es una lacra muy grande, quizás el Ministerio no podía o no quería llegar más lejos".

El presidente de los veterinarios no olvida otros aspectos positivos del futuro reglamento: "Lo son la desaparición de los artículos 49 y 59, que tanto ayudaron a legalizar el afeitado, y las mayores exigencias de que en todas las plazas haya utensilios adecuados para coger muestras de pitones y vísceras, porque la lidia de toros sospechosos de haber sido drogados, aumenta".

Borregón también culpa a los presidentes de otro de los asuntos de rabiosa actualidad, en la fiesta: la falsificación por parte de varios ganaderos -uno de los cuales, José Luis Pereda, estuvo en prisión recientemente- del documento público que son las actas de nacimiento de varios de sus novillos, que se lidiaron como toros. "Me consta que tanto en los casos que se han hecho públicos, muchos de ellos muy burdos, como en otros", acusa Borregón, "los veterinarios informaron a los respectivos presidentes de sus sospechas, pero no les atendieron y permitierion el fraude, que ahora se conoce gracias a la policía y a los jueces".

"La Unión de Criadores de Toros de Lidia", añade Antonio Borregón, "no ayuda ni es valiente para expulsar a sus miembros que cometen fraude, aunque los culpables finales son las figuras, "que exigen a los ganaderos este tipo de toros. Pese a las buenas intenciones del presidente de la Unión, Felipe Lafita, así está de mal elemento fundamental de la fiesta: el toro".