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Un millón de franceses protestan contra el Gobierno mientras remiten las huelgas

Enric González

Las huelgas empiezan a ceder, muy lentamente, en Francia. Pero la tensión social se mantiene. En torno a un millón de personas (600.000, según la policía, y más de dos millones, según los sindicatos) se manifestaron ayer en todo el país para celebrar la cancelación de los planes gubernamentales sobre las pensiones del sector público y la red de ferrocarriles, y para seguir exigiendo la retirada del plan de reforma de la Seguridad Social. La Confederación General de Trabajadores (CGT, procomunista) ha convocado otra protesta para el martes.

Las manifestaciones se desarrollaron en un ambiente de triunfo. En París, como de costumbre, los ferroviarios encabezaron el desfile de unas 70.000 personas y recibieron los aplausos más entusiastas. Las pancartas contra Juppé en numerosos balcones, contribuyeron a la impresión de victoria. Pero en el ánimo colectivo se guardaba una cierta amargura, reflejada en insultos y agresiones aisladas a los periodistas: las televisiones francesas, públicas y privadas, han sido estos días más progubenamentales que nunca.Las autoridades locales también han intentado minimizar las manifestaciones, como ayer en Marsella: los sindicatos hablaron de 150.000 asistentes, los policías distribuidos a lo largo del recorrido contabilizaron 70.000, y la Prefectura afirmó que sólo habían sido 25.000. El conflicto del sector público remitía poco a poco y algunos trenes circulaban ya, aunque la huelga seguía imperando en la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF): de 356 centros, sólo 194 habían decidido ayer la vuelta al trabajo.

En París, metro y autobús eran bienes escasos y otras ciudades permanecían sin ningún transporte público. Correos, electricidad, gas y enseñanza tendían a la normalidad y se esperaba que, hacia el martes o el miércoles próximos, Francia hubiera recuperado el pulso.

El presidente Jacques Chirac y su primer ministro, Alain Juppé, pueden considerarse vencedores en la batalla que más les interesaba, porque la reforma de la asistencia médica en la Seguridad Social saldrá sin duda adelante. Esa reforma mantendrá la confianza de los inversores internacionales en la política de austeridad francesa. Pero Chirac y Juppé han tenido que renunciar, temporalmente al menos, a todo el resto de su panoplia de reformas, tanto en lo referente a las pensiones del sector público como en su proyecto de reducir gastos, plantilla y servicios en la SNCF. Por otra parte, el futuro de Juppé aparece, muy difícil a medio plazo. El primer ministro ha mostrado una incapacidad casi patológica para negociar. Esa carencia y su estilo tecnocrático convierten a Juppé en un lastre para futuras reformas. Sólo un improbable éxito personal en la cumbre social convocada para el próximo jueves (a título de "reunión preliminar", según el ministro de Trabajo, Jacques Barrot) podría redimir la imagen pública del primer ministro.

Le Monde publica dos sondeos significativos. Uno muestra que el país está muy dividido: 43% de los franceses creen que las huelgas deberían continuar hasta la derrota del Gobierno, mientras el resto opina que han durado demasiado. El 47% de los encuestados quiere que sea retirada la reforma de la Seguridad Social, mientras el 49% desea que sea aplicada. El segundo sondeo, efectuado entre diputados de todas las tendencias, revela que los políticos están sorprendidos ante el malestar de sus conciudadanos y piensan que en adelante habrá que buscar el consenso.

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