La 'Galileo' se puso en órbita de Júpiter tras recibir las señales de la sonda suicida
La nave espacial inicia una misión de dos años para ver de cerca el planeta gigante
La nave Galileo se puso en órbita de Júpiter ayer, después de que la sonda suicida penetrara en la atmósfera del planeta gigante para explorar sus profundidades. "No sólo estamos en órbita, estamos en una órbita muy buena", anunció entusiasmado William O'Neill, director del proyecto. Los especialistas presentes en el centro de control del Jet Propulsion Laboratory, en Pasadena (EE UU), rompieron en aplausos a las 0.12, hora peninsular española, cuando se confirmó que la nave había recibido la señal de la sonda. "¡Lo hemos logrado! ¡Bien!", gritó un técnico.
Dos horas más tarde, la Galileo encendió sus motores durante 49 minutos para hacer la maniobra de su puesta en órbita. Eso indicaba que había terminado el contacto de 75 minutos de la nave con la sonda suicida. Los científicos esperan recibir en la Tierra los datos preliminares de los primeros 43 minutos de descenso en la atmósfera del planeta dentro de unos días.La sonda "es un logro fantástico de ingeniería: ha volado por su cuenta, se ha estrellado contra la atmósfera protegiéndose con sus pantallas térmicas y ha llamado por teléfono a casa", comentó Torrance Johnson, científico que ha estado en el proyecto desde 1977. Y añade que es "un paso fundamental cercano al principio del tiempo". Júpiter contiene los mismos gases que el Sol (un 88% de hidrógeno), y los investigadores esperan, con los datos tomados por la sonda, saber más sobre la formación y evolución del sistema solar.
En realidad, la sonda entró en la atmósfera de Júpiter a última hora del miércoles, pero la señal tardó 52 minutos en llegar a la Tierra. La sonda se dirigía hacia Júpiter a 170.000 kilómetros por hora; luego sufrió el frenazo de entrada y del despliegue de los paracaídas para estabilizarse en una velocidad media de descenso de unos 600 kilómetros por hora.
Evolución
Johnson explica que la misión Galileo es "muy importante par, comprender cómo evolucionó nuestro planeta". La atmósfera de Júpiter, dice, ha cambiado menos que cualquier otro planeta del sistema solar y, por tanto, conserva información, que puede servir a los científicos para descubrir cómo se formó.
A medida que la sonda descendía ayer por la atmósfera, debió pasar por nubes de agua, helio, nitrógeno y oxígeno, soportando vientos huracanados de 320 kilómetros por hora y relámpagos. El artefacto pudo penetrar hasta unos 600 kilómetros, de los 70.000 que tiene el radio del planeta gigante.
"Es un momento culminante para muchos de nosotros", decía ayer O'Neill. Desde hace casi veinte años, 10.000 personas han trabajado para lograr el éxito. La Galileo, que fue lanzada el 18 de octubre de 1989 a bordo del transbordador Atlantis, ha tardado seis años en llegar a Júpiter, en una complicada trayectoria que ha supuesto sobrevolar Venus, una vez, y la Tierra, dos veces, para tomar impulso gravitatorio en estos planetas y catapultarse hacia su lejano objetivo. El coste de la misión asciende a 1.300 millones de dólares (unos 156.000 millones de pesetas).
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