'Misiles' teledirigidos contra el cáncer reducen la mortalidad en casi un 30%
Experimentos en Alemania confirman la eficacia de los anticuerpos monoclonales
Si la lucha contra el cáncer fuese comparable a un combate militar, las estrategias terapéuticas podrían asimilarse a bombardeos masivos a gran escala: para acabar con tumores difíiles de localizar se administran fármacos muy tóxicos que destruyen tanto células sanas como tumorales. Los daños causados por este fuego amigo hacen tan difícil la vida de los enfermos que no pocas veces se ven obligados a abandonar el tratamiento antes de que éste acabe con ellos. Pero si se dispusiese de un misil teledirigido, el panorama cambiaría por completo, pues se podría al canzar el blanco evitando dañar los tejidos sanos. Ese misil teledirigido ya se halla disponible: se trata del anticuerpo monoclonal 17-1A, ensayado con éxito en enfermos de cáncer colorrectal avanzado en Alemania, donde redujo un 27% la mortalidad de los pacientes tratados. frente a los que no recibieron la terapia, según un estudio publicado en The Lancet. El cáncer colorrectal es la segunda causa de cáncer en Europa, después del de pulmón en hombres y del de mama en mujeres.Es la primera vez que los anticuerpos mon6clonales logran resultados positivos en un tumor de tal magnitud epidomiológica. Antes habían probado su utilidad en el diagnóstico: al marcar las células cancerígenas con una sustancia radiactiva, permiten su rastreo con rayos gamma
"Los anticuerpos monoclonales han cambiado totalmente el panorama del diagnóstico oncológico" afirma Eduardo Díaz Rubio, catedrático de Oncología, de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.
Los anticuerpos son proteínas que segrega el organismo, ante la irrupción de, sustancias extrañas, los antígenos. Auténtica línea de defensa del sistema inmune, los anticuerpos se adhieren a la superficie del antígeno y lo identifican, dando la señal de ataque a los fagocitos y células citotóxicas para destruirlo.
Su empleo médico se engloba dentro, de la bioterapia, que postula que la administración controlada de virus, bacterias, interleucinas y anticuerpos puede estimular una defensa más eficaz e inmediata por parte del sistema inmune. En el caso del anticuerpo 17- 1 A, su papel es el de identificar un antígeno que se da en altas concentraciones en la superficie de las células del tumor colorrectal. Al marcar dichas células induce al sistema inmune a atacar con éxito la! metástasis aisladas y las micrometástasis, los ínfimos focos de irradiación del cáncer que por su difícil detección son la pesadilla de los oncólogos.
En principio, sus méritos se destacaron, en cáncer residual -el que persiste después de la cirugía-; pero ensayos en Suecia han mostrado que también reduce el tamaño de grandes. tumores, de modo que sean extirpables. En cuanto a los niveles de eficacia expuestos, el 17-1A se situaría en el mismo orden que la terapia estándar, con la ventaja de la ausencia de los temidos efectos secundarios.
La falta de efectos adversos resulta de la baja toxicidad deja terapia, que no afecta a tejidos sanos. Pero "lo que se gana en selectividad se pierde en eficacia", dice Gumersindo Pérez Manga, jefe del Servicio de Oncología del hospital Gregorio Marañón, de Madrid. "Como no todas las células tumorales presentan el mismo antígeno en la superficie, muchas veces el anticuerpo se vuelve una bala perdida, un misil sin objetivo".
'Puntería'
Afinar la puntería de los anticuerpos monoclonales es una meta de los investigadores. También se investiga en otras direcciones: en EE UU se ensaya el marcaje radiactivo con el anticuerpo B-1 para aplicar a los tumores dosis más fuertes y precisas. Centocor, una firma biotecnológica americana, ha logrado reducciones espectaculares del dolor y la inflamación en pacientes con artritis reumatoide con anticuerpos monoclonales. Otra aplicación se da en el trasplante de órganos, donde el anticuerpo OKT-3 muestra una alta eficacia en evitar los rechazos violentos.
Los expertos reafirman los avances de los últimos años, observando que aún estamos en los comienzos de una historia con grandes posibilidades. Faltan investigaciones, incluso con el 17-1A, no comercializado en España, cuya superioridad frente a la terapia, estándar, y su combinación con ella será objeto de un estudio multieuropeo en el que participarán hospitales españoles. Mientras tanto, Díaz Rubio alerta contra las expectativas desmesuradas, "tal como sucedió con la bomba biológica", recuerda, "cuando la gente que se enteró por la prensa nos exigía que se la administrásemos o que los enviásemos a EE UU".
El panorama tiene sus dificultades. "Un anticuerpo monoclonal sólo reconoce una parte pequeña de un todo muy complejo explica Antonio de la Hera, investigador del CSIC. "Es preciso que el anticuerpo pueda identificar aquella. parte clave del patógeno que basta para desactivarlo, lo que es científica y estadísticamente difícil".
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