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Entrevista:

Paradójicamente, el sida nos ha beneficiado a los homosexuales"

Se confiesa abiertamente homosexual y defiende los derechos de este colectivo como director del Instituto de Educación de Gays y Lesbianas, de Hollywood, California (Estados Unidos). El neurobiólogo Simon LeVay, que ha viajado a Madrid para participar en la Semana Marañón, dedicada este año a La evolución de la sexualidad y los estados intersexuales, afirma que la consideración social del colectivo homosexual ha cambiado mucho en los últimos años en un sentido positivo."Aunque hace tiempo que la homosexualidad dejó de ser tipificada como enfermedad por la medicina", dice, "y que también ha dejado de ser un grupo maldito para la sociedad, porque los tiempos cambian y evolucionan, creo que una de las grandes razones para ese cambio ha sido el sida. Sí, pienso que, paradójicamente, el sida nos ha beneficiado, en el sentido de que la mayoría de estas personas ya se atreve a dar la cara y a confesar sin miedo su condición de gay o lesbiana y esto ha llevado a la reivindicación de unos derechos que, por ser diferentes a la mayoría, todavía no son reconocidos en la casi totalidad de los países".

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Según asegura, el sida también ha modificado los hábitos sexuales de la población gay, una de las más castigadas por el virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). "La epidemia", cuenta, "se cobró en sus comienzos muchas víctimas homosexuales. Ahora este grupo es uno de los más protegidos porque ha tomado verdadera conciencia de la prevención. Esto se evidencia sobre todo en los gays de más de 30 años. En los más jóvenes, sin embargo todavía la tasa de infección es alta".

En 1991 LeVay publicó un artículo en la revista científica Science en el que revelaba sus aportaciones en el estudio del hipotálamo, una estructura del tamaño aproximado de la yema del pulgar que se aloja en la base posterior del cerebro y que controla la glándula hipófisis. Ambas estructuras son los directores generales del sistema neuroendocrino y en ellas se registra la conducta sexual y sensaciones como el hambre y la sed.

El neurobiólogo norteamericano escribía en Science que una parte del hipotálamo de los gays era similar a la de las mujeres, lo que significaba que existen diferencias cerebrales entre los homosexuales y los heterosexuales. Este descubrimiento se da la mano con el de Dean Hamer, del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, que en 1993 revelaba que la región Xq28 del cromosoma sexual X del varón predispone hacia la homosexualidad.

"Si sabemos que el sexo está genéticamente determinado", añade LeVay, que se identifica con la teoría de Hamer, "los más recientes estudios empiezan a demostrar que la conducta sexual, al menos en la gran mayoría de las personas, también está genéticamente determinada".

Como pone de manifiesto en su libro El cerebro sexual, LeVay no está de acuerdo con las tesis freudianas según las cuales hombres y mujeres nacen potencialmente bisexuales y el medio en el que el niño vive, principalmente los padres, hace que en la edad adulta sea homosexual o heterosexual. Tampoco está muy convencido sobre algunas teorías antropológicas que postulan el mismo principio y consideran que la cultura secular hace a la gran mayoría heterosexual para perpetuar la especie.

Sí coinciden con las aseveraciones que hiciera hace 60 años Gregorio Marañón, en el sentido de que el cerebro es el órgano sexual más importante. "Hay una relación bidireccional", explica, "entre el cerebro y los procesos hormonales, que también desempeñan un papel importante en la regulación de la conducta sexual. Muchas hormonas se segregan en una glándula cerebral, como es la hipófisis; las hormonas sexuales se segregan en las glándulas suprarrenales, situadas encima de los riñones, y en las gonadales, que son los ovarios y los testículos. Estas hormonas son sustancias químicas que pasan a la sangre".

Según LeVay, que asume cifras del Informe Kinsey de 1950, entre el 2% y el 4% de la población masculina es gay y entre el 1% y el 2% de la femenina es lesbiana.

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