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El vínculo de la memoria

Los procesados del proceso Burgos se reúnen todos los años para recordar el histórico juicio

Luis R. Aizpeolea

A primeros de diciembre, todos los años, desde hace 18, se reúnen, invariablemente. También reciben, desde hace 25 anos, en la misma fecha, un billete de lotería de una misma persona: Dionisio Larena, el padre de uno de ellos. Es el único vínculo que permanece entre los 16 procesados de Burgos. Ese nexo y la memoria. Mañana, día 3, se celebra el 25) aniversario del inicio del juicio militar que por vez primera, desde el comienzo del régimen franquista, paralizó la vida económica y social del País Vasco y arrastró las mayores movilizaciones en el resto de España y en el extranjero en protesta, hasta ese momento, contra la dictadura. Fueron el precedente de las que sucedieron durante la transición, sobre todo en el País Vasco.En el banquillo de la Capitanía General de Burgos se sentaron 16 miembros de ETA, la inmensa mayoría jóvenes veinteañeros. Sobre seis de ellos -Javier Izko, Xabier Larena, Eduardo Uriarte, Mario Onaindia, José María Dorronsoro, y Jokin Gorostidi- recaían sendas penas de muerte. Estaban acusados de dirigir ETA, una organización entonces poco conocida, con sólo 11 años de vida. La acusación principal era el asesinato, en agosto de 1968 -el primero de ETA- de Melitón Manzanas, inspector de la policía política de Franco.

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Mario Onaindia, uno de los seis condenados a muerte y actual vicepresidente del Partido Socialista de Euskadi, recuerda cómo la acusación era kafkiana. Carecía de pruebas. "El Tribunal de Orden Público me pedía siete años por los mismos delitos que el Tribunal Militar me pidió la pena de muerte". El capitán general de Burgos, Tomás García Rebull, era un ultra, y su entorno organizó el proceso con el que intentó un cierre de filas del régimen contra una oposición incipiente. Onaindia está convencido de que el juicio se le escapó de las manos al régimen.

Durante dos o tres días se paralizó la vida económica y social en Guipúzcoa y Vizcaya. Hubo numerosas manifestaciones en la calle contra las penas de muerte, con un muerto y varios heridos de bala. Centenares de detenidos. Manifestaciones en el resto de España y el extranjero. Nunca había sucedido algo similar durante el franquismo. Todo ello al abrigo de un estado de excepción que declaró el régimen franquista.

Onaindia fue quien "rompió" el juicio de Burgos: "Me tocó a mí por ser el último en declarar. Primero pensamos decir que no reconocíamos al tribunal militar y romper el juicio el primer día cantando el Eusko Gudariak. Pero finalmente decidimos prolongarlo durante seis días. Aprovechamos nuestras intervenciones para denunciar la dictadura mientras las manifestaciones se sucedían en la calle". Tenían amplia información de ello a través de sus abogados.

La faceta negativa del proceso de Burgos radica en que fue también la plataforma de lanzamiento de ETA. José Barrionuevo, siendo ministro del Interior, lamenta por ejemplo, el apoyo moral que la oposición española otorgó a ETA durante el franquismo, precisamente a raíz del proceso de Burgos. Pero Onaindia puntualiza que los miembros de ETA que se sentaron en el banquillo en Burgos ya no tenían organización. Actuaron por su cuenta, con el respaldo de sus abogados, sin contacto con lo que quedaba de ETA tras la represión de los años 1968 y 1969. Recuerda cómo los procesados condenaron el secuestro del cónsul alemán en San Sebastián, Eugene Beilli, el primero de la historia de la banda, justo el día del inicio del juicio.

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La estrategia que montaron durante el proceso nada tiene que ver con las prácticas de ETA. Buscaron abogados que representaban el arco político de toda la oposición al régimen, como Gregorio Peces-Barba, del PSOE; José Solé Barberá, del PSUC; Ibón Navascués, del PNV o Juan María Bandrés, un independiente vinculado al cristianismo progresista. Trataron de condenar al régimen desde toda la oposición.

Onaindia lamenta que en la revisión de la transición se olvide del papel que desempeñaron en el cambio democrático las grandes movilizaciones populares. Joaquín Almunia, presidente del Grupo Parlamentario Socialista, también cree que "el País Vasco está siendo maltratado" en este repaso a la memoria. La visión general que se ofrece de Euskadi es a través de una ETA militarizada pero apenas se habla de las grandes movilizaciones que presionaron sobre los reformistas del régimen para facilitar el cambio.

La historia termino provisionalmente el 31 de diciembre de 1970 con un indulto, y de manera definitiva siete años después, cuando los 16 salieron de la cárcel con la amnistía de 1977. Este año también se reunirán, aunque no los 16. Algunos, como Jokin Gorostidi e Itziar Aizpurua, vinculados a la Mesa Nacional de HB, llevan años sin acudir a la cita. Los que sí lo hacen ya nada tienen que ver con el mundo de ETA. Les queda la memoria de haber protagonizado un hito histórico.

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