Cazado por Google Maps en una aldea de Soria: la foto de un hombre metiendo un bulto en su maletero ayuda a esclarecer un asesinato
La policía considera que la víctima, de nacionalidad cubana y cuyo cuerpo fue recientemente descubierto desmembrado en el cementerio, llegó al municipio de Tajueco hace 15 años para encontrarse con su pareja
En el tranquilo municipio de Tajueco (Soria, 56 habitantes) nunca pasa nada y si pasase algo seguramente nadie se enteraría, o eso debió de pensar el supuesto asesino cuando introducía un bulto en el maletero de su viejo Rover color borgoña el pasado octubre que ha hecho pensar a los investigadores que podría ser un cadáver. El hombre se confió. Justo mientras se agachaba para dejar el bulto en el portaequipajes, sin vecinos ni curiosos cerca, pasó algo que llevaba 15 años sin pasar: el coche de Google Maps. No es una coincidencia cualquiera, ya que se trata de una aplicación de Google que te permite navegar en los mapas en tres dimensiones, con fotos reales que captan cámaras en coches que circulan por todas las calles. Si alguien visita virtualmente el pueblo en estos momentos y hace un recorrido por sus calles, todavía puede encontrar la foto de la discordia disponible, tomada en octubre de 2024.
La última vez que el dichoso vehículo atravesó el pueblo fue en 2009. Desde entonces nadie o casi nadie habría visto si alguien trataba de desprenderse supuestamente del cuerpo de un cubano que había llegado a Soria en busca de su pareja caribeña, quien a su vez lo engañaba con un vecino con el que había estado casada, el supuesto asesino. Pero llegó el coche de Google Maps y ahora ambos han sido detenidos por firmar un capítulo de crónica negra allí donde creían contar con el mejor aliado: la falta de ojos.
🚩Detenidas dos personas presuntamente implicadas en la desaparición y muerte de un varón en #Soria
— Policía Nacional (@policia) December 18, 2024
🚔Una de las pistas fueron unas imágenes que detectaron los investigadores en una aplicación de búsqueda de ubicaciones
👮Parte de los restos humanos han sido hallados… pic.twitter.com/5ZDFPbSul9
Manuel Isla Gallardo tiene 48 años, es calvo y su coronilla destaca entre la figura encorvada de un hombre en vaqueros, chaqueta azul del Club Deportivo Numancia, botas marrones y manos ocupadas en un largo paquete blanco con forma sospechosamente humana. El sujeto trajina al abrigo de persianas bajadas y puertas de cortinas echadas en la calle del Norte de Tajueco, ajeno al testigo inesperado, glosando calles y parajes para posteriores viajeros despistados, incluso los pocos que surcan la más vacía de la Soria vacía. Por la localidad, nadie o casi nadie: una señora con un bote de pintura en su garaje y un paisano de paseo. Algún tendedero con ropa oreando y una trasera abierta. Nada más. Probablemente, no vieran a su vecino. Más potenciales pistas escudriñando el pueblo en Google Maps: una secuencia muestra, al fondo de una calle cuesta arriba, la silueta borrosa de alguien vestido de azul oscuro que porta un bulto grande y blanco en una carretilla. La investigación comenzó porque un primo de la víctima denunció su ausencia hace meses. Los arrestados habían sido pareja, casados formalmente, aunque los primeros indicios apuntan a que la mujer había tenido una relación con el varón que vino a buscarla.
Un par de habitantes que pasean en la gélida mañana soriana admiten ahora su sorpresa por la noticia que corre como la pólvora, pues Isla “no era conflictivo, no se llevaba ni mal ni bien con nadie”. Ellos vieron hace tiempo la imagen de Google Maps con el individuo cacharreando en el maletero, pero: “¡No imaginábamos que estuviera haciendo nada raro y no le dimos importancia!”. Sí percibieron en las últimas semanas una inusual presencia de forasteros en el lugar, creen ahora que eran policías de paisano. “Era solitario, no lo oíamos hablar de su vida, cooperaba en el bar y últimamente daba la sensación de estar integrándose”, añaden. La dupla se asombra cuando se les muestra la imagen de la aparente carretilla con un bulto blanco: “No parece 100% que sea él, podría ser alguien cargando leña… pero tampoco pensábamos que en la foto del maletero pudiera haber un cadáver”.
La Policía Nacional se ha valido de estos documentos visuales para encajar el puzle de la desaparición de ese ciudadano cubano arribado para encontrarse con su pareja, trabajadora en Soria desde hace tiempo. El hombre se esfumó hace un año y la falta de vínculos con la provincia, donde apenas viven 75 compatriotas, contribuyeron a no esclarecer su evaporación. Solo se supo de él porque su cuerpo fue descubierto recientemente, desmembrado, en el cementerio de una pedanía cercana, Andaluz (12 habitantes). Las pesquisas condujeron a los mapas virtuales y a encontrar al detenido en una acción bastante compatible con colocar un cuerpo en un maletero para trasladarlo a otro lugar, posiblemente el camposanto, ubicado a 10 kilómetros de Tajueco.
La víctima, J. L.P.O., tenía 33 años y residía en Soria. La denuncia la interpuso en noviembre de 2023 un primo del cubano, que vive en Zaragoza. El pariente sospechó cuando empezó a recibir mensajes de WhatsApp de su primo, quien le contaba que había conocido a una mujer y se iría de España y dejaría su teléfono. El pariente no se creyó en ningún momento que le hablaba J. L., sino otra persona, y alertó a la Policía. De esa manera comenzó la investigación. El 12 de noviembre detuvieron a la pareja implicada, quienes habían estado casados en el pasado y se sigue indagando el móvil del crimen, pues ella y la víctima también habían mantenido una relación. Se les acusa de detención ilegal, pérdida de paradero y homicidio, han indicado. Las pesquisas condujeron al cementerio de Andaluz, bajo cuyo suelo hallaron el 11 de diciembre, enterrado, “el torso en avanzado estado de descomposición”. Las demás partes del cuerpo se siguen buscando.
Dicho cementerio, con un solitario ciprés, acompaña a la iglesia románica de San Miguel Arcángel. Por allí faena un obrero que acompaña al visitante a la puerta del cementerio y señala el lateral derecho, donde la tierra removida contrasta con los hierbajos que cubren el resto de la superficie: “Allí estuvo la Policía”. Los agentes también hurgaron entre la escombrera donde estos modestos empresarios depositan sus sobrantes. Su acción se nota, con parte excavada en busca de algunos restos aún no localizados. “Madre mía, las cosas que pasan en los pueblos”, reflexiona el trabajador, alucinando cuando se le enseñan las capturas culpabilizadoras de Maps.
Tanto Isla como su supuesta amante han sido detenidos mientras tratan de dilucidarse los detalles del caso, iniciado en noviembre de 2023. El acusado tiene nombre, pero lo conocían por su apodo, como tantos en los pueblos pequeños. El Lobo, lo llamaban.
Los vecinos de Tajueco se resignan sobre los hechos atribuidos a su vecino: “No sabíamos nada”. En el también desértico Bayubas de Arriba poco más aportan. En el bar local, gestionado por el Ayuntamiento, trabajó El Lobo. Un lugareño destaca que al principio el detenido fue “peón municipal” e hizo un poco de todo: “¡Mira qué bien pintó ese depósito de agua!”. Luego cogió el bar y en el último año estuvo más disperso: “Ahora la verdad es que encaja, estaba últimamente como más despistado”. Le acabaron quitando la gerencia por las quejas sobre su desidia. El soriano de Bayubas alguna vez vio al cubano fallecido, al que describe como un hombre “de mucha corpulencia”. “¿Dónde meterían semejante cuerpo? Hay que tener mucho valor”, continúa. Por la zona circulan fotos de los dos detenidos, jugando con su mote, antes bienintencionados y ahora ciertamente macabros. “Esta Navidad, turrón del bueno”, dice el montaje, con ambos en un muelle, el mar de fondo y, superpuesto, un turrón de El Lobo y otro de Delaviuda.
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