El peor momento

Mario Onaindia recuerda el peor momento del proceso, cuando la tarde del 30 de diciembre, al entrar en la sala de visitas, los procesados vieron a los abogados, en la penumbra, que les esperaban cantando el Eusko gudariak gara. Pensaron lo peor: la confirmación de las penas de muerte. Calculaban que no tenía sentido que el régimen montara el proceso de Burgos para no matar a nadie. Sin embargo, fue lo contrario: la notificación del indulto. "Nos dieron otra oportunidad para vivir", dice Onaindía.Recuerda que afrontaron el juicio con "valor, coraje y el síndrome del Bautista". Sabían que arriesgaban la vida por desestabilizar el régimen. "No me arrepiento de aquel romanticismo, aunque luego lo hayan capitalizado el PNV y ETA. Era lo que habíamos mamado en casa. Me gané el derecho a hacer otras cosas".