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Londres y Dublín desbloquean el proceso de paz para el Ulster y negociarán con el Sinn Fein en febrero

El milagro ocurrió. Horas antes de que el presidente de EE UU, Bill Clinton, aterrizara en Londres, los Gobiernos británico e irlandés lograron anoche el acuerdo esperado que pone fin a más de diez semanas de punto muerto en el proceso de paz del Ulster. En un encuentro tan intempestivo como imprevisto, el primer ministro irlandés, John Bruton, y su homólogo británico, John Major, acordaron dar luz verde a las conversaciones exploratorias de todos los partidos de Irlanda del Norte, incluido el Sinn Fein, que se celebrarán antes del fin de febrero.

Antes de esa fecha comenzará a funcionar una comisión internacional que se ocupe del desarme de los paramilitares y que estará presidida por el ex-senador norteamericano George Mitchell.Eran más de las 22.30 de la noche (las 23.30 hora peninsular española), cuando Bruton y Major comparecieron ante los periodistas en la residencia oficial de este último, en el número 10 de Downing Street. Tras una reunión relámpago, celebrada apresuradamente cuando ya parecía imposible el acuerdo final de ambos países para hacer avanzar el proceso de paz, los dos líderes aparecieron en la sala cuajada de equipos de televisión.

Major anunció la creación de la comisión internacional, que se ocupara "de comprobar la voluntad real de entregar las armas" que realmente tienen los grupos 'paramilitares, así como la forma en que tan decisivo paso será dado. Al misíno tiempo se iniciarán los pasos necesarios para que las conversaciones entre todos los partidos políticos del Ulster se celebren.

Aunque, según explicó, Major, "la fecha concreta dependerá de los propios partidos tanto como de los Gobiernos", al menos se ha establecido un tope temporal que concluye, a finales de febrero de 1996. Fue Nora Owen, ministra de Justicia irlandesa la que en declaraciones a la BBC resultó más explícita a la hora de asegurar que la precondición británica para las conversaciones preparatorias, es decir, la entrega siquiera de un fusil del IRA, no figuraba en este acuerdo.

Mientras Ken Maginnis, portavoz de seguridad del partido Unionista del Ulster,lamentaba la debilidad británica y la falta de materia positiva de un acuerdo, "sobre el que Londres y Dublín no han tenido nunca diferencias". Por su parte Mitchel McLaughlin, en nombre del Sinn Fein, partido político que representa al IRA, se mostró moderadamente favorable a la nueva aproximación del proceso.

Paso costoso

Sorprende comprobar lo costoso que ha sido este último paso, dado a regañadientes por todas las partes implicadas. La idea de dividir la espinosa negociación en dos bandas, una, la estrictamente relacionada con el decomiso de las armas, la otra con las conversaciones políticas, lleva meses sobre el terreno de juego.Sin embargo, sólo la proximidad del presidente Clinton, que hoy tiene previsto entrevistarse en Londres con Major, la ha hecho atractiva y susceptible de aplicación a todas las partes. Al menos, por ahora.

Ahora queda por ver como maneja este acuerdo las exigencias del Sinn Fein en materia de decomiso de armas.

El partido republicano ha venido insistiendo en que no aceptará la autoridad de la comisión internacional si no: aborda también el tema de las armas de la fuerzas de seguridad y el Ejército británico en suelo del Ulster. Pero éstas diferencias podrán ser salvadas gracias al poder de persuasión de Clinton.

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