El gran Buñuel sigue creciendo

Uno de los cineastas elegidos en esta lista confeccionada por centenares de exquisitos y de cirujanos de las tripas del lenguaje cinematográfico, el ruso Andréi Tarkovski, dijo hace cosa de una década, poco antes de su muerte en París, una frase que a muchos les pareció sectaria o exagerada, producto de un exceso de pasión . personal, muy propio de un artista apasionado, fervoroso y que tendía moler todas las ideas en su propio molino: "Nadie, absolutamente nadie en este oficio alcanza a Luis Buñuel. Es el supremo cineasta, el creador por excelencia de cine".Todo indica que los ecos que quedan de Tarkovski, que son muchos, no están solos, al menos en una afirmación tan arriesgada, por tan tajante e incluso por tan excluyente. Tres obras de Buñuel están situadas entre las primeras seleccionadas por centenares de historiadores y críticos de todos los países del inundo como cumbres del cine. Son sus primeras películas, las que conformaron no sólo su lenguaje, sino que dieron, bajo especie vanguardista claves esenciales de la formación del cine moderno: Un perro andaluz, La edad de oro y Tierras sin pan.

Es cierto que ninguna de ellas ocupa el tronito de papel dorado del primer puesto, pero también lo es que ningún otro cineasta ha logrado nunca que tres de sus obras estén en el exiguo ramillete de las indiscutibles. De ahí que esta macroencuesta confirme la afirmación de Tárkovski. Si hubiera que traducir a triunfadores este juego, éstos serían un filme, Ciudadano Kane (precisamente el menos suyo de cuantos hizo otro gigante, Orson Welles); y un cineasta, Luis Buñuel.

Y que esta deducción provenga de gente que ve cine con lupa en Lisboa, Nueva York, Buenos Aires, Bruselas, Tokio, Sidney, Pekin, Moscú, Río, Estocolmo, México, El Cairo, Chicago, Londres y muchas otras ciudades de por aquí y las antípodas, lo dice casi todo. El gigante sigue creciendo calladamente, sin meter ruido, tal como hizo su tarea.