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Gonzalo Contreras define 'El nadador' como una historia de amor actual

Amelia Castilla

Gonzalo Contreras quería escribir acerca de un hombre equivocado. El escritor chileno, de 37 años, encontró rápidamente a Max Borda, al personaje de El nadador (Alfaguara), pero la novela llegó después de muchas noches de trabajo frente el ordenador. "Esuna historia sentimental que tiene que ver con el amor en los tiempos contemporáneos", explicó ayer el escritor en la presentación de su obra a la que situó lo bastante lejos del realismo mágico como para buscar cualquier comparación. Califica Contreras su última obra como una novela psicológica y como un homenaje a Henry James.El nadador no es precisamente una novela rosa. Tampoco es una apología del desamor aunque tiene un final feliz. "Amar hoy en día no es como en los años 50. Todo es más libre, pero también más peligroso y precario", asegura el autor quien niega que el suyo sea un discurso minimalista. Contreras cree que "las relaciones afectivas se han vuelto precarias en una sociedad sumamente individualista en la cual impera el yo profundo".

Para este autor la escritura es un acto artístico, aunque reconoce que en El nadador hay muchas resonancias de su vida personal. "Soy casado dos veces y dos veces divorciado y eso, de alguna forma está presente en el libro".

Se mueve por Madrid Contreras con la soltura de un urbanita. Viste pantalón vaquero, americana azul, camisa blanca y gabardina clara. El poco tiempo que le deja libre la novela lo ocupa en comprar discos de música clásica. Durante su juventud Contreras vivió en París y Barcelona. Fue una etapa que él define como de autoexilio personal, porque, cuando se produjo el golpe militar que derrocó a Salvador Allende, sólo tenía 14 años y nunca fue un perseguido.

Contreras postula ahora la ruptura de las fronteras porque los países han perdido sus perfiles exóticos para acabar pareciendose: "Quien visite Bogotá o Caracas buscando una visión pintoresca quedará decepcionado. Yo no puedo escribir realismo mágico porque en Santiago no hay cocoteros ni papagallos ni señoras con el pelo verde. En este sentido creo que se ha llegado a un proceso de equiparación cultural.

Para Conteras, la capital china es actualmente como Berlín en los años cincuenta, una ciudad en construcción. "En Santiago no tienes la certeza de que la vista de tu ventana vaya a ser la misma en los próximos seis meses". Y así aparece en su novela.

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