Jóvenes pero preparadas
Escribo a modo de diálogo a la carta de María Teresa Alfaro Olmedilla publicada el sábado 28 de octubre en el diario EL PAÍS. Mi situación profesional es similar a la suya, llevo toda mi vida preparándome y apenas tengo oportunidades efectivas de aplicar aquello que aprendo obteniendo una remuneración como contrapartida. Afortunadamente, escribo en un momento en el que prima un estado anímico sosegado e ilusionado. Faltaría a la verdad si dijera que he encontrado un empleo, me ha tocado la lotería o simplemente he desistido de salir a buscarlo y me dedico a vivir lastimosamente de las rentas. Por interés y por ambición me mantengo y mantendré al pie del cañón. Me ha parecido oportuno emitir este mensaje de simpatía o solidaridad -llámalo consuelo, si se prefiere- con ella y con todas aquellas personas que al igual que nosotras luchan por conseguir las cosas con esfuerzo y honradez. ¿Quieren que les diga lo que me ofende bastante? Que colectivos de personas o individuos como ella y yo reclamen mayores salarios, mejores condiciones laborales, sumadas en muchos casos a su estabilidad laboral. Normalmente ellos y ellas sabrán con toda seguridad que nosotras no somos casos aislados ni jetas que seguimos estudiando para pasar el rato entre semana y emborracharnos y drogarnos el fin de semana. Por suerte he de reconocer que me veo compensada, al igual que María Teresa, por un entorno de gente que me anima, me respeta y me apoya material y afectivamente. A ellos y ellas esperó no defraudar en el futuro siendo generosa, especialmente cuando por mantener o incrementar mi capacidad económica o status social afloren matices egoístas o de exceso de ambición. Mientras tanto busco nuevas y no tan nuevas maneras de ser útil a la sociedad, aunque sea a costa de desmitificar el papel que el empleo remunerado tiene en mi enriquecimiento personal. íÁnimo y a ser feliz!.-
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