Los Quince acuerdan poner coto a la venta de 'productos milagro'
La publicidad comparativa tendrá una normativa a nivel europeo
WALTER OPPENHEIMER La Unión Europea quiere poner coto a la venta indiscriminada de los llamados productos milagro porque considera que pueden constituir un riesgo para los intereses económicos, la salud y la seguridad de los consumidores. El Consejo de Ministros europeos de Consumo, reunido ayer en Bruselas y presidido, por la titular española de Sanidad, Ángeles Amador, acordó iniciar por fin esa batalla, que se promete larga. El primer paso ha sido pedir a la Comisión Europea que elabore un informe so bre este tipo de productos en la Unión Europea. El consejo alcanzó también un acuerdo histórico para extender a toda la UE una normativa sobre publicidad comparativa.
Bruselas tiene de plazo hasta el 1 de noviembre de 1996 para realizar este primer informe, que la comisaria Emma Bonino ya adelantó que será complejo. Los ministros consideran que es necesario iniciar una acción a nivel comunitario para acabar con los aspectos negativos derivados de esta práctica comercial, "que asegura que puede hacer crecer el pelo o adelgazar 10 kilos en dos días o conseguir que vuelva el amor perdido", en expresivas palabras de Bonino. El objetivo, de los Quince es aprobar un reglamento que proteja "la salud y la seguridad de los consumidores a través de la verificación de la publicidad y prohibiendo el recurso, a los medios de persuasión ilícitos". El problema de estos productos es que se sitúan a caballo entre los cosméticos, los medicamentos y los alimentos, "por lo que muchas veces escapan a estas reglamentaciones", reconoció la ministra Amador.
El auge de los productos milagro está ligado también a la cuestión de la publicidad engañosa. A menudo son presentados como poseedores de características terapéuticas que no poseen o que no están fehacientemente demostradas. Suelen prometer remedios milagrosos para reducir la obesidad, el colesterol, la tensión arterial, el estrés, las estrías en la piel o la caída del cabello. Toman la forma de cápsulas, de infusiones, de cremas de belleza, de brazaletes, antirreumatismo o de imanes que todo lo curan y pretenden ser la panacea para evitar todas las enfermedades y los dolores, sin sufrimiento y sin contraindicaciones.
En España, los productos de mayor éxito han sido una pitillera magnética que supuestamente ayudaba a dejar de fumar, diversos imantadores de agua que pretendidamente curaban todo tipo de enfermedades -desde la diabetes mellitus hasta la hepatitis o la anorexia-, las planta adelgazantes, las plantillas del Doctor Metz, también con efectos adelgazantes, y los imanes adosados al cuerpo, informa Elena Castelló. Recientemente, ha habido ya sentencias judiciales contra las empresas que comercializan este tipo de productos en España.
Estrategias agresivas
Los heterogéneos canales de distribución de que se sirven estos modernos hacedores de milagros son un problema añadido en toda Europa. La mayoría utiliza la venta a distancia a través de la televisión, deja radio o del teléfono. Los hay también de venta directa, a menudo a través de empresas fantasma que aplican estrategias muy agresivas en materia de personal.
Otros muchos aprovechan la confianza que dan al consumidor los establecimientos especializados, como las herboristerías, las tiendas de dietética o las farmacias. También se da la venta en forma de prestación de servicios, como clínicas de adelgazamiento, de tratamiento del cabello, de técnicas orientales o de centros antidolor.
Los ministros alcanzaron también un histórico acuerdo para extender a toda Europa una normativa sobre publicidad comparada, tras cuatro años de intentos infructuosos. El acuerdo no afecta directamente a España, que ya ha reglado este tipo de anuncios a través de la Ley de la Publicidad.
La base del acuerdo político alcanzado ayer, que debe ahora ser aprobado por el Parlamento y luego traspuesto a todas las normativas nacionales, es el de que sólo se puedan comparar productos homogéneos y que la comparación afecte a datos probados. Es decir, no se podrá decir que tal jabón lava más blanco que tal otro, pero sí decir que es más barato en el caso de que realmente lo sea. O se podrá comparar un cava con otro cava, pero no con un champaña.
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