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Falsa alarma en el barrio

El tiempo quita la razón a las protestas vecinales contra los centros de acogida a drogodependientes (CAD)

Elsa Fernández-Santos

Siempre la misma imagen: vecinos airados con pancartas, gritos y miedo. La instalación de centros de atención a drogodependientes, más conocidos por su siglas (CAD), consigue levantar del sofá a familias enteras de todas las ideologías y estratos sociales para evitar la ubicación de estos locales cerca de sus casas y comercios. Así ha ocurrido casi siempre con los siete establecimientos -instalados en los distritos de Latina, Villaverde, Vallecas, San Blas, Tetuán y Arganzuela- que atienden a los toxicómanos de Madrid. Pero lo cierto es que, una vez asentados, no se ha registrado ni una sola denuncia contra ellos, y los mismos vecinos que pusieron el grito en el cielo hoy reconocen su error: todo era una falsa alarma.El CAD 3, o CAD de Vallecas, fue en su día uno de los más polémicos. Su ubicación puso en pie de guerra a una parte importante del barrio, que se negaba a tener cerca de sus casas, comercios y colegios el supuesto foco de delincuencia que supone un centro de ayuda a drogradictos. Este CAD instalado por el gobierno municipal del PSOE en 1989, sufrió un recurso de la oposición, PP y CDS. Ambos partidos alegaban la cercanía de numerosos colegios. Cuatro años después, cuando los querellantes del PP tenían ya en us mano el poder consistorial, el Tribunal Supremo les dio la razón. Pero, a pesar de la decisión judicial, el centro sigue en el mismo sitio y nadie protesta ya por su ubicación.

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Siete años después de aquel revuelo, una vecina de Vallecas de 32 años, a quien en su día le preocupó la llegada del centro, reconocía su error. "Paso todos los días por aquí con mi hija pequeña y de verdad que nunca me ha pasado nada. Bueno, para ser sincera, es que yo no veo a otros drogadictos que no sean los que he visto toda la vida, los del barrio". El CAD de Vallecas es vecino de la plaza de la Concordia. Allí los viejos juegan al sol a las cartas y al dominó sin que nada altere su tranquilidad. De la riada de camellos y delincuencia que anunciaban los vecinos no hay huellas.

El conflicto se repitió en Hortaleza cuando los vecinos se enteraron de la instalación del CAD 7 en un mercado abandonado de su distrito. En junio de 1991, una veintena de personas causaron daños por valor de 35 millones en el centro, entonces en construcción. "Que se los lleven a la sierra", gritaban. Una vecina que vive a pocos metros del CAD asegura que el tiempo ha quitado razón a las protestas: "Ni un problema. En serio, desde que están aquí no conozco un solo conflicto provocado por los chicos que vienen a curarse.

El CAD 4, el de San Blas, es otro ejemplo de la falsa alarma que despiertan estos centros. Contiguo al instituto Marqués de Suanzes, algunos trabajadores del centro hasta han dado cursos de información sobre drogas en el colegio. "No sólo no hemos tenido ningún problema, sino que muchos alumnos incluso ignoran su existencia", dice Juan Luis Saguino, director del instituto. "Ellos trabajan muchas tardes en el parque que hay junto al instituto, donde están nuestras canchas de baloncesto, y nunca ha pasado nada".

"Es la propia dinámica de los CAD la que nos ha dado con el tiempo la razón", señala Emiliano Martín, director del Plan Municipal de Drogas. "Con los años, muchos vecinos han venido para comentarlo. Incluso personas que se opusieron frontalmente, luego tuvieron que ir a su CAD con un familiar o incluso acabaron perteneciendo al servicio de voluntarios" dice Martín, quien añade: "A veces el problema más grave de las drogas es no conocerlas, la desinformación".

Mientras el CAD de Vallecas se halla en pleno cogollo del distrito, el de Arganzuela, el 6, está situado en la Casa del Reloj, el hermoso edificio industrial de la Junta del distrito, un lugar tranquilo, rodeado de árboles, apartado del bullicio de la calle. Este CAD, del que dependen los drogadictos de los distritos de Centro, Arganzuela, Retiro, Salamanca, Moncloa Aravaca y Chamberí, es, con el de Tetuán y Villaverde, el que menos quejas levantó en su día. De todos, el de Tetuán es el más grande y reciente. Cuatro plantas dedicadas a la rehabiliatación de toxicómanos, en su mayoría jóvenes adictos a varias drogas.

En cada CAD trabajan 21 personas y la inversión anual es de unos 100 millones de pesetas por cada uno de los siete locales.

En 1989, el gobierno local PP-CDS tenía previsto habilitar 15 centros de este tipo en la ciudad. Pero, con la mayoría absoluta del PP, el proyecto sufrió un parón. "No se han instalado, porque sinceramente creemos que ya no hacen falta más" apunta Emiliano Martín. "Al año atendemos a más de 4.000 toxicómanos y durante todos estos años la cifra total de casos atendidos es de 17.138". En 1991, el Ayuntamiento realizó un estudio de impacto sobre la repercusión que estos centros tendrían en su entorno inmediato. Según dicho trabajo, los CAD no suponían una amenaza. Hoy, al estudio se suma la evidencia. Los gritos vecinales fueron en vano.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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