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El suicidio, la rebelión y la cerveza inspiran al escritor Bohumir Hrabal

El autor checo inaugura un ciclo de conferencias en la Biblioteca Nacional

Bohumir Hrabal, uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, es capaz de desayunarse de muy buen humor con una poética explicación de sus estímulos creativos. El checo, autor de libros como Trenes rigurosamente vigilados o la más reciente La pequeña ciudad donde el tiempo se detuvo (Destino), inauguró anoche con una conferencia el ciclo Grandes escritores del mundo en la Biblioteca Nacional.

"Estoy muy agradecido al destino por poder estar en España, un país, que siempre he amado, desde que supe que fue el lugar donde se inició Séneca en la filosofía y donde se suicidó, en Salamanca", fueron las palabras con las que, Bohumir saludó ayer a la prensa durante un encuentro matutino. "Yo, de alguna manera, continúo con Goethe, que difundió la idea del suicidio en su Werther, y con Tácito, que también habló de ello. Yo no veo el suicidio como una vergüenza, sino como un adorno de la persona"."El suicidio es una idea en la que todos hemos pensado en algún momento de nuestra vida, y creo que es obligación de todo joven poner en duda su existencia".

A sus 79 años y con un bastón que cuando está sentado utiliza para señalar el énfasis de lo que dice, Hrabal se comporta como un "gamberro divino", como él mismo dice. "He visto a los jóvenes manifestantes y a la policía hoy en la calle [se manifestaban a esa hora frente a la Biblioteca Nacional] y me parece magnífico", apuntó. "La protesta va unida al alma juvenil. Yo hacía esas cosas y fuí muy mal estudiante, repetí el primero y el cuarto curso, pero después he tenido el honor de escribir 50 libros. Estudié filosofía cuando tenía 20 años y, sobre todo, siempre he bebido mucha cerveza".

Hrabal escribió desde joven, pero publicó su primer libro a los 40 años. Mientras tanto trabajó en todo tipo de oficios como obrero, ferroviario, mozo de almacén, prensador de papel viejo o agente de seguros. "Durante 10 años escribí sólo poesía", relata, "hacía tres copias a mano de cada poema y luego hacía tres libritos y se los daba a tres amigos. Fueron mis primeros lectores".

Hrabal traza una estrella de cinco puntas para hablar de los autores que más han influido en él: Richard Weiner, Jakub Deml, Ladislav Klima, Jaroslav Hasek y Franz Kafka. "Cuando uno quiere avanzar tiene que apoyarse en los que saben más, y el lo que hice para alcanzar el nivel que tiene ahora mi trabajo"

Pero Hrabal es todo menos solemne. Sus historias se nutren de la vida de gente sencilla, de las historias oídas en las tabernas, como su favorita, El tigre dorado. "A mí me preguntan siempre cómo habiendo sido tan mal estudiante, soy escritor. Yo digo que porque es algo que llevaba dentro, estaba marcado con un dedo de Dios en la frente. Es la huella que puedo ver cuando bebo mucha cerveza".

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