Demasiados pasos atrás
Es un error pensar que basta incorporar unas reivindicaciones al ordenamiento jurídico para que todo cambie. Ese es el primer paso, pero sólo un paso. En las sociedades avanzadas y modernas, la lucha por los derechos de la mujer tiene casi un siglo de vida y de militancia activa. Las leyes han mejorado y las mujeres empiezan a estar más presentes en los espacios donde se actúa, se opina, y se toman decisiones. Pero está claro que no es suficiente. No basta que las leyes se vuelvan progresistas. Sobre el papel, todo es relativamente fácil. Es la práctica la que falla, porque las costumbres, las actitudes, las mentalidades siguen amarradas al pasado.Esta última semana ha sido especial mente pródiga en ejemplos que refuerzan la impresión de que los derechos de la mujer con papel mojado y estamos aún lejos de la igualdad. En España y fuera de España, para mayor perplejidad y decepción. Lo confirma la siguiente sarta de despropósitos que habría que añadir a las negativas artimañas reglamentarias a que se debata en el Parlamento la Ley del Aborto.
1. El Tribunal de Justicia Europeo pretende acabar a golpe de sentencia con todos los esfuerzos a favor de la di9criminación positiva, una medida que empezaba a dar sus resultados en el avance eficaz hacia la igualdad. El puesto de trabajo concedido a una mujer -por ser mujer y también, creemos, por ser profesionalmente competente- se le arrebata porque su competidor masculino se cree perjudicado en sus derechos. La discriminación positiva no nos gusta, en realidad, a las mujeres. Preferiríamos acceder a los cargos y puestos de trabajo por lo que somos o sabemos. Pero como eso no suele ocurrir, ha habido que tomar una medida avalada incluso por teóricos eminentes de la justicia, como John Rawis. Una sociedad justa -dice el filósofo- debe distribuir los bienes básicos desigualmente: favoreciendo a los que se encuentran en situaciones más desfavorecidas.
2. La mentalidad carpetovetónica de algunos de nuestros jueces y fiscales ha quedado diáfana en la memoria anual del fiscal de Navarra, muestra fehaciente de la moralina más trasnochada, anacrónica y reaccionaria. Las agresiones de violencia contra las mujeres, los acosos sexuales, -explica sin preámbulos- están justificados. Es obvio que las mujeres los provocan. "Les pasa lo que les pasa" porque van como van y se visten como se visten. El hombre es débil, ya se sabe, y no es legítimo avivar las tentaciones.
3. "La falta de amor de la mujer no es razón suficiente para conceder un divorcio". Es la sentencia antológica de la Audiencia Provincial de Pontevedra que, en consecuencia, obliga a la pareja separada a convivir. Es la aplicación de la ley por alguien sin más recursos que la arcana falta de consideración hacia los sentimientos de la parte más débil.
4. Un senador del Grupo Popular está siendo noticia en radios y prensa por la denuncia de su ex mujer que le acusa de malos tratos. No es, por lo que se sabe, la primera denuncia y quedaron probadas lesiones anteriores. El senador, sin embargo, sigue inmutable en su escaño como representante de los ciudadanos. Nadie parece observar el cuidado que deben merecer el ejemplo y las apariencias en el comportamiento de los políticos.
5. Para acabar, recordemos sólo la reciente marcha negra de Washington. Una manifestación reivindicativa de los derechos de los negros, que no tiene reparos en excluir a las mujeres Cada discriminación en su sitio, y las feministas son de diferente rango que las políticas, donde las mujeres no tienen nada que hacer. Detrás de esa iniciativa -todo hay que decirlo- está el fundamentalismo intolerante y su ignorancia de los derechos de las mujeres.
Son cinco circunstancias que causarían sólo perplejidad sino fuera por el temor que nos invade de que no sean las últimas, sino incentivo para otras de parecido estilo. Que a finales de un siglo uno de cuyos fenómenos políticamente más importantes han sido el movimiento femenista ocurran tales cosas no debería tolerarse. La teoría parece estar asumida. Por ejemplo, ningún partido político se atreve ya a obviar la cuestión del feminismo en sus programas y campañas electorales. En estos días, el Senado está aprobando el nuevo código penal. Un código que quiere ser abierto, progresista, adaptado a los valores constituciones. Un código que -se dice explícitamente en la exposición de motivos- ha procurado avanzar en el camino de la igualdad real e introduce medidas de tutela frente a situaciones discriminatorias.
Pero, como decíamos al principio, no basta tener buenas leyes: hay que saber aplicarlas justamente. Y es ahí donde fallan las sentencias mencionadas. El retroceso, la involución, el conservadurismo, la vuelta atrás en los derechos, sean de las mujeres o de cualquier otro, sólo se combaten de verdad en el día a día. El llamado "problema de la mujer" no debería ser, a estas alturas, un problema sólo para las mujeres. Ni la democracia lo será de veras ni tendremos sociedades maduras y progresistas mientras permitamos que se dicten sentencias y se den situaciones como las mencionadas. La respuesta a todo ello no debe ser el silencio, sino iniciativas de los poderes públicos para condenar las injusticias y para mover a la opinión pública. No perdamos en poco tiempo lo que ha costado años de lucha.
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