Yeltsin, hospitalizado de urgencia por un segundo ataque cardiaco en cuatro meses
El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, de 64 años, tuvo que ser hospitalizado ayer de urgencia tras sufrir un ataque al corazón, el segundo en menos de cuatro meses, dos días después de haber regresado de su viaje a Francia y Estados Unidos. Las informaciones oficiales facilitadas anoche sobre la gravedad de la dolencia eran algo contradictorias, y Víktor Mushin, su primer asesor, manifestó que el estado de salud de Yeltsin "no es motivo de gran optimismo", sin que quedara claro si sus palabras traducían un inquietante parte médico o eran una declaración política, no menos preocupante.
Los principales asesores de Yeltsin y los miembros de la Administración presidencial se reunieron anoche en el Kremlin, según informó la cadena Televisión Independiente. Los observadores políticos hacían hincapié en la seriedad de la situación que se deriva de la enfermedad presidencial (tanto si ésta es grave como si no), considerando las crecientes tensiones que agitan la política rusa, desde la violencia en Chechenia, donde los militares actúan sin control, a los pronósticos favorables a los comunistas y adversarios de Yeltsin en los próximos comicios.Aunque el parte médico oficial no se dará a conocer hasta hoy, el Kremlin anunció ayer que la visita de Yeltsin a China ha sido pospuesta hasta nuevo aviso y los medios diplomáticos occidentales en Moscú suponían que también ha sido suspendida la cumbre de los líderes de la ex Yugoslavia que debía celebrarse el 31 de octubre en Moscú bajo los auspicios de Yeltsin. La información de la agencia Itar-Tass sobre la enfermedad de éste coincidió con una conferencia de prensa de Dmitri Riurikov, el asesor en política internacional del presidente, quien informó de los planes para el encuentro con los líderes de Bosnia, Croacia y Serbia que, según dijo, debía iniciar el proceso de regulación del conflicto en la ex Yugoslavia. Esta reunión quedará ahora probablemente suspendida.
Dudas electorales
El 11 de julio pasado, Yeltsin fue hospitalizado tras sufrir una agudización de la isquemia cardiaca que padece. Tras ser dado de alta el 24 de julio, el presidente descansé durante 10 días más en un sanatorio. Posteriormente, el 9 de septiembre, Yeltsin se trasladó a la localidad de Sochi, en el mar Negro, donde ha pasado seis semanas de vacaciones este año. De Sochi, el líder ruso regresé a Moscú el 2 de octubre. Desde entonces y hasta su regreso de EE UU, el presidente parecía estar en muy buena forma y haber recuperado la energía que le caracterizara a finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando encabezaba la oposición a Mijaíl Gorbachov. Sin embargo, como en otras ocasiones, Yeltsin no ha podido recuperarse del esfuerzo realizado, y su recaída provoca dudas sobre la capacidad del presidente para aguantar una campaña electoral para renovar su mandato en julio de 1996. Las declaraciones realizadas por Yeltsin en las últimas semanas indican que el líder ruso piensa seriamente en continuar en el Kremlin y no está dispuesto a apoyar a un sucesor.
Las informaciones oficiales sobre la salud de Yeltsin suministradas el pasado julio y las de ayer revelaban algunas diferencias de matiz. En julio, los allegados de Yeltsin señalaban que no había peligro para el presidente y que el paciente estaba activo e insistían en que la hospitalización no sería larga. Los médicos, a su vez, decían mirar con "optimismo" el curso de la enfermedad.
Por entonces, Iliushin, que ha trabajado con Yeltsin desde los tiempos en que éste era un líder comunista en la provincia de Sverdlovsk (en los Urales), minimizó la enfermedad de su jefe. Ahora, los portavoces oficiales afirman que la salud de Yeltsin es mejor que en julio, pero su reacción ha sido más drástica que entonces, ya que en esa fecha insistían en afirmar que Yeltsin acudiría a Noruega (una visita que estaba prevista para el 19 de julio y que sigue aún pendiente), y ahora han anulado inmediata mente la visita a China. Los médicos, según la agencia Itar-Tass, se niegan a decir cuánto va a durar la hospitalización, e Iliushin ha afirmado que "no ve necesidad de reducir los plazos de permanencia del presidente en el hospital para que la rehabilitación sea completa 17 y que Yeltsin no se reincorporara a su despacho en los próximos días.
Yeltsin, que fue trasladado a la Clínica Central de Moscú en helicóptero, sufrió el ataque cardiaco en su residencia, de las afueras de Moscú, donde se "restablecía" de su viaje, según Iliushin, cuyas palabras parecían indicar que la salud del líder ruso se había resentido antes de su hospitalización.
Confusión en Londres
[La noticia del ataque al corazón de Yeltsin creó confusión ayer en la Cámara de los Comunes británica, donde un diputado conservador anunció la muerte del presidente ruso, informa France Presse. A los seis minutos se deshizo el malentendido.].
Los observadores políticos en Moscú destacaban ayer la falta de un mecanismo técnico para el traspaso del poder al primer ministro, prevista por la Ley Fundamental en el caso de que el presidente esté incapacitado. Si el presidente Yeltsin no pudiera cumplir con sus funciones por razones de salud, el primer ministro, Víktor Chermomirdin, de 57 años, le sustituiría al frente del Estado, según lo previsto por la Constitución, aprobada en referéndum en diciembre de 1.993.
Según la Ley Fundamental, el "presidente en funciones" debe convocar elecciones en un plazo de tres meses a partir del momento en que asume el cargo, no tiene derecho a disolver la Duma Estatal (la Cámara baja del Parlamento), ni convocar un referéndum o presentar propuestas de enmiendas constitucionales.
Llegado el caso, las previsiones de la Constitución serían difíciles de poner en práctica, ya que el mecanismo sucesorio no está detallado en ningún texto legal, y no hay normas sobre quién debe dictaminar sobre el estado de salud del presidente ni tampoco sobre cómo se debe realizar la transferencia de poder.
En la Unión Soviética, el Politburó, el organismo colegiado que dirigía el partido comunista (PCUS), era la institución encargada de elegir un sucesor y no había normas escritas que determinaran un orden de sucesión.
La actual dirección rusa cuenta con una Constitución que establece bien claro cuál es la figura sucesoria de transición. Sin embargo, Chernomirdin no cuenta con un consenso como líder entre los distintos grupos de presión rusos. Los sectores vinculados con la industria militar y pesada, así como el Ejército y los Cuerpos de Seguridad del Estado, no se sienten representados por este tecnócrata procedente de la industria del gas al que ven como un representante de las nuevas élites financieras.
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