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Steven Berkoff: "Wilde utiliza a 'Salomé' como máscara de su propio deseo"

El director británico estrena en Madrid la obra más censurada en el Reino Unido

Steven Berkoff es uno de los grandes de la escena que ha dado el siglo XX. Londinense y de aspecto intrigante, todo lo que toca como actor, director, autor, adaptador o poeta lo convierte en mágico. Está en Madrid, donde anoche estrenó en el teatro Albéniz, dentro del Festival de Otoño, su última provocadora afamada producción: Salomé, de Óscar Wilde, en la que ademas de dirigir se ha reservado el papel de Herodes, dentro de la obra más maldita y censurada del teatro británico, por la que él demuestra un interés especial por "su afrodisiaco sabor".

Como Wilde, del que el director dice que utilizó a Salomé como máscara de su propio deseo, Berkoff es un hombre que se arriesga en todo lo que hace, "ofrezco mucho de mí mismo", algo que cree que hoy no practican las gentes de la escena: "Por eso está tan aburrido el teatro", afirma.En España Steven Berkoff es más conocido por sus intervenciones memorables en películas como La naranja mecánica o Barry Lindon, aunque también trabaja en filmes menos exquisitos, como Rambo. "No me interesaba nada esa película, mientras la hice mi mente estaba en otras cosas y escribí Acapulco", dice refiriéndose a uno de sus grandes éxitos como autor. Lo hago para ganar un dinero que luego invierto en mis producciones", señala.

"Llevaba diez años obsesionado con Salomé, todo lo que veía o imaginaba era comida para una criatura que me crecía dentro, cualquier cosa se convertía en material para esa bestia que habitaba en mi interior, un monstruo enorme que tenía que alimentarse", dice sobre el proceso que vivió con esta obra hasta que llegó a montarla. Salomé: apareció ante él como en un sueño: "Cuando leí aquellas palabras escritas como bajo la influencia embriagadora del opio, Me dí cuenta de que estaba cayendo bajo el efecto de la magia del más grande cuento de hadas de Wilde".

Sabor afrodisiaco

Un día, paseando por París, vio un grupo callejero. Sus movimientos le sugirieron la solución para llevar a cabo su última producción, también con nombre propio, como todos los montajes que ha dirigido: Coriolano, Macbeth y Hamlet.Salomé, escrita en 1890 originalmente en francés, le costó a Óscar Wilde la cárcel, por expresar en ella sus propios deseos ilegales: "La obra sigue prohibida, no legalmente, pero sí tácitamente, los ingleses no pueden aceptar estas declaraciones pasionales desde la homosexualidad y la sodomía, que consideran vulgares y obscenas..., por eso me interesó a mí, por su afrodisiaco sabor". Para Berkoff, Salomé es de una intensidad inusual: "Muestra como pocos textos cómo el amor y la muerte son caras de una misma moneda, la obra es como una botella de intenso perfume; o te engancha irremediablemente o te desmayas de rechazo", dijo.

Autor de obras fundamentales del teatro contemporáneo, como Greek, Kvetch, Acapulco, Sink de Belgrano, en las que con desgarro, ironía, acritud y lirismo habla de la guerra, el fútbol, la neurosis, o cualquier cotidianeidad contemporanea, Berkoff reconoce que los montajes ajenos a él que se han hecho de sus obras nunca le han gustado: "Me han aburrido y me he sentido muy incómodo", afirma.

El Festival de Otoño, que invita por segunda vez a Berkoff, ha dedicado un ciclo especial en torno a la figura de Salomé desde diversas manifestaciones artísticas. La semana pasada hubo un espectáculo de danza, ahora una, exposición monográfica en el Reina Sofía, una publicación y el espectáculo de Berkoff, que estará hasta el próximo lunes en el teatro Albéniz. Para la semana que viene, la ópera de Strauss, inspirada en la misma obra.

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