El absentismo , única salida ante la masificación
Las aulas universitarias crujen con la avalancha de octubre hasta que empieza la deserción
La protesta estudiantil contra la masificación ha surgido este año en la Universidad de Santiago, aunque el problema afecta a casi todos los distritos, tal y como refleja la panorámica de. algunas aulas de Derecho, Económicas y Empresariales, tres de las carreras con mayor demanda. Con cerca de 300.000 alumnos, es dificil imaginar cómo puedan las facultades de Derecho asumir la responsabilidad de proporcionar la formación práctica que demanda el Consejo General de la Abogacía.Los alumnos aseguran que la masificación es una invitación a la deserción, lo que confirman las autoridades académicas, acostumbradas a soportar cada año la avalancha de octubre a la espera, de que comiencen a faltar a clase.
Los estudiantes de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago de Compostela no son los únicos, ni 4os primeros, que soportan estrecheces en las aulas, pero sí los más ingeniosos en llamar la atención sobre el problema. Primero improvisaron una clase al aire libre, el 16 de octubre, convirtiendo la plaza del Obradoiro en un aula en la que se cantaron consignas, como "Rector, tú en tu despacho sí que tienes espacio". Al día siguiente cambiaron de estrategia y convirtieron la protesta en una huelga a la japonesa, acudiendo masivamente a la facultad."Cuando llegué a las nueve de la mañana, ya no había sitio donde sentarse", comenta resignada Ana Seijas, alumna de cuarto curso. "La gente seguía la clase desde el pasillo, porque en el aula sólo cabían 80 personas y había 150. El profesor dijo que daba clases igual, aunque había gente sentada en la tarima y apoyada en su propia mesa. Nunca había visto tanta gente en clase; incluso hubo un compañero que le pidió al profesor si le podía dejar su sillón y su mesa, a lo que, por cierto, accedió, dado que iba a dar la clase de pie. Para que pudiera salir alguien teníamos que movemos todos porque estábamos como sardinas en lata.
Con mil alumnos este año, la facultad de Políticas" que comparte instalaciones con Relaciones Laborales, es el mejor ejemplo de la falta de espacio en Compostela. La llegada de alumnos de otras carreras, fundamentalmente Derecho, que entran en el segundo ciclo, agrava el problema.
Solución provisional
Lajunta de gobierno de la Facultad plantea como solución provisional habilitar aulas en otras facultades. "En principio se acordó utilizar temporalmente algunas aulas de Biología y se prevé que a partir de noviembre podamos contar con dos nuevas aulas, que se están construyendo en Derecho, asegura el decano de Políticas, Vilas Nogueira.
La masificación provoca el desánimo de 'los estudiantes, como comenta Luís García, en cuarto curso: "Cuando por mucho que madrugues te encuentras sin espacio físico, incluso para colocar una silla, entonces te desanimas. No hay incentivos: te limitas a dejar de asistir a clase adoptando el método tradicional basado en la dualidad apuntes exámenes".
Y eso que la universidad compostelana, con cerca de 40.000 estudiantes y un campus en Lugo, ha visto algo atenuado el problema de la masificación con la descentralización universitaria en Galicia a partir del año 1989, al crearse las universidades de La Coruña y Vigo.
No obstante, los nuevos campus han quedado desbordados en poco tiempo. La Coruña vio casi duplicado el número de alumnos: el primer curso contaba con 12.000 y hoy están matriculados 22.500. El rectorado lleva a cabo obras de remodelación en casi todos los edificios, ya obsoletos. El objetivo es el de alcanzar la ratio comunitaria de un alumno por 1,15 metros cuadrados de superficie útil por aula.
La matrícula ideal de la Universidad de Vigo, según su rector, José Antonio Rodríguez Vázquez, debería situarse entre 13.000 y 15.000 alumnos. Este curso hay ya 25.000. La mayor masificación se da en la facultad de Económicas y Empresariales, con 4.300 alumnos, lo que da un promedio, para los turnos de mañana y tarde, de 140 alumnos por aula, pese a que estatutariamente el límite debería estar en 75. Los alumnos reconocen que desoyen las recomendaciones de matricularse en el turno de tarde. Por1a mañana son muchos los que han de. ocupar atropelladamente. pasillos y escaleras para seguir las clases, y ni aun así caben. Pero esto sólo sucede en las primeras semanas del curso. Está comprobado que la mayoría de los alumnos, cansados de tanta incomodidad y, sobre todo, cuando el profesor no da la talla, deserta después de las primeras y agitadas lecciones.
En la facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona todo recuerda aun concierto de rock. A diario, centenares de fans tratan de hacerse con un asiento privilegiado desde donde oír cantar -acostumbran a ser solos de derecho civil, procesal o hacienda- a sus profesores. El problema. es que esos fans son tantos que rebasan el aforo de los locales donde se realizan las actuaciones y deben contentarse con seguir el recital sentados en el suelo, en el alféizar de la ventana o, simplemente, de pie.
Hay que afinar el oído
Los alumnos, sin embargo, ya están acostumbrados a las aglomeraciones y a tener que afinar el oído para entender algo. Y eso a pesar de que los profesores usan, igual que las estrellas del rock, micrófonos inalámbricos. "Sí, pero como te quedes por las últimas filas vas listo. Hay interferencias y más de una vez escuchas al profe de la clase de al lado y al tuyo a la vez", explica Víctor Blasco, de 24 años.
"¿Masificación? ¿Quieres que hablemos de masificación? Vale, ahí va, apunta", ordena David Buxó, de 24 años (quinto curso). "La masificación" interrumpe Víctor, "es la causa de que a es tas alturas de curso los alumnos no tengamos aún la guía del estudiante y de que debamos. esperar a agosto. para que aparezcan las notas de junio, a pesar de que los exámenes son en septiembre. y de que.... "¡Si somos tantos,que hasta se han llegado a dar casos de echar a gente de clase!", ase gurá David. "L ' o peor es cuando algún profesor tiene fama de aprobar más que otro, como pasó el año pasado en Derecho Mercantil. Entonces, la gente se cambia de grupo y podemos coincidir más de 2.000", asegura. La decana de la facultad, Maria Teresa Gispert, sin embargo, explica que la situación ha mejorado sensiblemente en los últimos anos "con la creación de nuevos grupos". "Lo que ocurre", reconoce, "es que nosotros no podemos decidir el número de alumnos, sino que éste nos viene impuesto por el Consejo de Universidades y la Generalitat de Cataluña". En la actualidad cursan la licenciatura de Derecho cerca de 10.000 alumnos, cuando la oferta de asientos es de 4.000. ."El verdadero problema es que el 80% de los alumnos deciden estudiar por las mañanas" , asegura el jefe de estudios de la facultad, el doctor Carmelo Gómez. "Lo ideal sería que se aplicara algún sistema, tipo sorteo o algo así, pero es imposible".
Pero Gispert reconoce que de nada sirve lamentarse. "Lo que está claro", lamenta la decana, les que con estas cifras de alumnos no es posible establecer ese diálogo ' básico entre alumno y profesor". El próximo mes de febrero' la facultad se esponjará con 10 nuevas aulas. Gispert apunta una posible solución: la redistribución de alumnos entre las otras facultades catalanas, que admiten a muchos menos.
Cuando nos inscribimos ya sabemos que no seremos 30 alumnos por profe, pero sí teñemos clarísimo que en la Ramon Llull [universidad privada de ideario cristiano] no verás nunca a nadie teniendo que coger los apuntes sentadito en el suelo", se lamenta Laura,de 19 años.
La Universidad de Valencia es la mayor de las cuatro universidades de la región. Con sus más de 65.000 estudiantes, los problemas de masificación le resultan especialmente acuciantes. La construcción de un nuevo aulario, el primer edificio de lo que es el nuevo campus de la institución, ubicado al lado de la Universidad Politécnica, ha permitido este curso aliviar el problema.
Construido con plazos muy ajustados, el edificio debía ser ocupado el 16 de octubre por un
El absentismo , única salida ante la masificación de las aulas universitarias
millar de alumnos de Trabajo Social y cerca de 10. 000 de Derecho. El intento dé ocupación falló ese día, al no reunir el inmueble todavía las condiciones necesarias. Fue el jueves 19 cuando los estudiantes de Trabajo Social, una vez resueltos los últimos problemas, ya acudieron a clase y ayer lunes, lo hicieron los de Derecho. Con una semana de retraso, por tanto, pero el aulario está ya en uso, en un campus en el. que ya se levantan las estructuras de otro aulario y donde está proyectado construir varios edificios de departamentos, una biblioteca, un edificio central de servicios y otras dependencias.En Granada la masificación no ha tenido este año la desmesura de cursos pasados, aunque sigue pesando. En Derecho, por ejemplo hay clases, como la de Derecho Financiero, del tercer curso, en donde en un aula para 120 alumnos deben acomodarse 186, y aún se esperan 20 más.
Según fuentes docentes, el principal problema es el descenso en la calidad. "Para el primer curso se han creado 11 grupos de alumnos", señala un catedrático, "y se ha tenido que recurrir a fiscales de profesión o abogados en ejercicio, no a profesores de Derecho; el resultado es obvio: no hay nivel".
A las ocho ya no hay sitio
"Si se viene a las ocho en punto, ya es dificil coger sitio" lamenta Carmen Hidalgo, de cuarto curso de Derecho en Salamanca. Ante la puerta del aula abarrotada se lamenta: "Aquí, de 30 a 40 personas se quedan sin sitio, además de los que nos sentamos en el suelo, en las ventanas, en los radiadores, en la tarma y donde sea, porque hay que tomar apuntes de cualquier modo". Otro compañero, Jaime Rodríguez, ve "gobiante" una situación para la que pide "soluciones rápidas", aunue es consciente de que conforme avance el curso muchos, dejarán de acudir a clase. Otro alumno, Álvaro López Villarroel, se subleva contra "un servicio público en estas condiciones" ya que de ello "se deriva mala enseñanza, porque en estas condiciones no se presta atención y todo es incomodidad, en medio de una imagen denigrante". El conflicto afecta especialmente a las asignaturas de Civil y Fiscal.
Para la decana de la facultad, María José Herrero, el problema es coyuntural y "desaparecerá en breve, una vez que la comisión de docencia valore las peticiones de cambio de grupo, ya que los Estatutos de. la Universidad amparan el derecho del alumno a elegir profesor, y se da por hecha la aceptación del cambio" .
. Y llegamos a Madrid. Todas las mañanas, desde que comenzó el curso, Álvaro Escobar, de 19 años estudiante de segundo curso de Farmacia en la Complutense, contempla la misma escena: el aula Obdulio Fernández está hasta la bandera. No hay suficientes pupitres para. los 300 alumnos que allí estudian. Los más afortunados, en este caso los que más madrugan, consiguen una silla. Los otros tienen varias opciones sentarse en el suelo, en alguna ventana o simplemente abandonar el aula. "Si veo que no tengo sitio directamente me voy. Además si quieres sentarte tienes que llegar media hora antes de que empiece la clase", asegura Escobar. A su compañero de grupo, José Luis de la Flor, de 19 años, le ha tocado tomar apuntes alguna vez desde suelo. Así que, muy previsor, ahora cuenta que llega a clase 15 minutos antes de que aparezca el profesor por la puerta.
También para los alumnos de cuarto curso de Farmacia los pupitres son escasos, sobre todo para los de la asignatura de Galénica. Las aulas Folch y Carracido (el aula magna) eran la semana pasada un panal de alumnos, muchos sin una silla donde sentarse; sólo la fina baldosa del suelo. Es la amarga experiencia vivida por Mateo, que no quiere dar su apellido. Ha perdido un autobús ha llegado 10 minutos antes de comenzar la clase y se ha quedado sin sitio. "Es vergonzoso que nos matriculemos y paguemos un dineral de matricula y tengamos que estar rodando por los suelos. Su compañera Paloma Brabender, de 21 años, tiene bien aprendida la lección: llegar con 20 minutos de antelación: "Es la única manera", dice,
En Ciencias de la Información los alumnos, sobre todo los de primer curso, también toman notas por los suelos o apoyados en los radiadores. Luis Martín, de 19 años, se queja con razón. Comenzó ilusionado, hace dos semanas, la carrera de Periodismo y desde entonces todavía no ha conseguido una silla libre,
Hasta que la gente renuncia
Las aulas de la facultad de Derecho de las universidades Complutense y Autónoma también están masificadas. Gemma Iópez, de 23 años, estudia, cuarto en el aula 18 de la facultad de la Complutense. Alguna vez se ha tenido que escuchar la lección de Mercantil o de Procesal apoyada en un radiador: "Esto pasa todos los años, así que a medida que avanza el curso la gente se cansa y renuncia definitivamente a asistir a clase".
La escena se repite en Filología de la Autónoma. La clase de Juan Carlos, en primero de Hispanica, tiene capacidad para unos 60 alumnos, pero asisten 80. "Estamos muchos más del los que cogemos y todas las mañanas hay que pegarse un madrugón para coger un asiento", se queja.
En la facultad de Ciencias, donde estudian los alumnos de Químicas, Matemáticas, Física y Biológicas, existe el mismo problema. Lo cuenta Miguel Velasco, de 20 anos en segundo curso de Biológicas: "Cuando ny quedo sin silla me voy. Normalmente vengo 15 minutos antes de la hora. Es la única manera".
La masificación en las aulas deriva también en otros problemas. "Por ejemplo, al ser tantos en clase no se ve la pizarra y apenas se escucha lo que dice el profesor. Como no te sientes en las primeras filas lo llevas claro", dice Miguel Ángel Romero, de primero de Filología Española en la Autónoma. La vicerrectora de estudiantes de la Autónoma' Mercedes Salaices, desconocía, ayer que hubiera masificación en las aulas. "No me ha llegado ninguna notificación por parte de los alumnos sobre este asunto. Pero si es así tiene que solucionarse", explicó Salaices. También señaló que todo este problema, se debe a la falta de presupuesto que tienen las universidades madrileñas para infraestructura. "Algunas aulas carecen de medios y esas deficiencias afectan a los alumnos. Es algo que tenemos que mejorar",- señaló.
Por su parte, Rosa Basante, vicerrectora de alumnos de la universidad Complutense tampoco conocía el problema. "Creo que todos los universitarios tienen una silla y que no están por los pasillos", dijo Basante, quien aseguró, que "la masificación no es buena, pero está en función de las necesidades y de los medios de los que disponen las universidades".
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