Buena noticia
El martes 19 de septiembre ocurría en el Congreso de los Diputados una novedad positiva, que es bueno que se sepa por la rareza que en estos tiempos comporta constatar la unanimidad parlamentaria. Los 316 diputados presentes en el hemiciclo, de todos los partidos, votaron unánimemente una proposición no de ley pata resolver la situación discriminatoria de los sacerdotes y religiosos secularizados ya jubilados sin pensión contributiva o con un bajo porcentaje de su base reguladora. Es decir, se resolvía el caso de muchos millares de secularizados desatendidos. Lo injusto era que el Estado y la Iglesia jerárquica hubieran solucionado hace años el mismo problema, pero sólo para el clero en activo, cuando el origen común del problema -la imposibilidad legal del clero bajo el franquismo de cotizar a la SS- exigía éticamente que la solución no hubiera dejado desamparado aquel colectivo.Ahora la parte política del problema ha quedado resuelta de modo ejemplar: todo el arco parlamentario ha decidido acabar con una patente injusticia. Hay que agradecerlo, remarcando el valor de aquella fuerza parlamentaria -CiU- que generosamente presentó por su cuenta esta proposición no de ley. Destacaron de un modo especial en el debate el diputado por CiU. Francesc Homs, que bajo el impulso personal del presidente Pujol remató brillantemente la operación, y también el diputado Ramón Espasa, de Iniciativa per Catalunya, quien precisó que no se trataba de hacer caridad, sino justicia. El grupo llamado Cosarese -Colectivo de Sacerdotes y Religiosos/as Secularizados/as-, que ha promovido dicha reivindicación, al congratularse públicamente por la dignidad con que se han conducido todos los políticos, espera la hora -pues todavía queda pendiente la segunda parte del contencioso- que la Iglesia jerárquica sea capaz de imitar la lección de ética social que acaban de darle los políticos tan criticados por ella. De otro modo, atendiendo además al hecho de que casi todos los países europeos donde había un problema equivalente hace años que ya lo han resuelto para sus respectivos secularizados, la actual cerrazón económica de la jerarquía española sería evangélicamente incomprensible, éticamente injusta y humanamente odiosa.-
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