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Daniel Calparsoro sigue indagando en el dolor de vivir en 'Pasajes', su segundo largometraje

Charo López y Naiwja Nimri protagonizan la película, que produce Almodóvar

Rocío García

Sólo alguien con zapatos verdes será capaz de arrancarle ese dolor que le produce la vida. Lo encuentra en un pasadizo de Pasajes, en Guipúzcoa. Es una mujer madura a quien seduce para que sea la persona de sus sueños. Pero el amor no es algo que pueda inventarse. El director vasco Daniel Calparsoro indaga en el dolor de vivir y el inconformismo en su segundo largometraje, Pasajes, que hoy comienza a rodar en el País Vasco. Producida por Pedro Almodóvar, en Pasajes Calparsoro utiliza el mismo equipo artístico y técnico que en su primer filme, Salto al vacío. Sólo Charo López pone la nota veterana en un reparto encabezado por Naiwja Nimri, Alfredo Villa e Ion Gabella.

Fue Daniel Calparsoro quien soñó con los zapatos verdes de una mujer. A sus 27 años, el director de Salto al vacío inicia su segunda aventura cinematográfica, nada menos que de la mano de Almodóvar. Tras serias dificultades para producirse el filme, Calparsoro dio a leer el guión a Almodóvar un viernes y el lunes siguiente ya tenía el sí. Con un presupuesto de 250 míllones, Pasajes lleya ya dos meses de ensayo. Calparsoro ha elegido un bello edificio de madera y piedra frente a la ría de Pasajes y se ha encerrado allí con todos los actores, excepto Charo López, que se aloja en un hotel cercano. "Es mi forma de trabajo. Tengo una relación directa con ellos, tras el camino que anduvimos juntos en Salto al vacío. El elemento principal de una película son los actores, el ser humano. El actor es el que transmite el alma de la película, que la tiene el director y se la pasa al actor para que le dé vida. Trabajando así, consigo que se metan en sus personajes y yo empiezo a saber por dónde lo tengo que llevar y me ayuda a ceñirme exclusivamente a lo que quiero contar. Les doy la película esos dos meses y ellos la llevan por un sitio. Luego, sólo la tengo que captar con la cámara".

Salto al vacío no logró consumar la necesidad de hacer cine que tenía Calparsoro; es más: la agrandó. "No me siento satisfecho, estoy todavía ansioso", dice el director, que explica así su nuevo proyecto: "Es una película sobre una chica que no está conforme con el mundo que vive e intenta inventarse uno distinto. Esta chica (Gabi) se inventa una personalidad, unos amigos, una vida, y trata de convencer a una persona (Carmina) para que sea la mujer de sus sueños. Tiene una capacidad de persuasión muy fuerte y en realidad la transforma en lo que a ella le gustaría que fuera. Una vez que lo consigue, no la convence, porque lo que ha visto es mucho más miserable de lo que ella esperaba, y la abandona", explica el director. El personaje de Gabi está interpretado por Naiwja Nimri y el de Carmina, por Charo López.

Fragmentos de vida

No es posible explicarse a la persopa de Calparsoro sin Naiwja Nimri, su mujer, a la que conoció durante el rodaje de Salto al vacío y con la que vive una relación amorosa muy fuerte. Él lleva tatuado en el cuello el nombre de Naiwja; ella lleva tatuado Daniel en su brazo derecho. Naiwja Nimri, de padre jordano y madre bilbaína, está encontrando salida a montones de cosas que tenía dentro. "Tenía una necesidad muy grande de expresarme", dice Naiwja. "No me planteo el trabajo del cine como un trabajo, sino como una forma de vida. Estoy implicada de llenó", dice Naiwja, para quien el cine, de Calparsoro transmite "fralmentos de vida, sin prejuicios, sin tabúes, sin moralina".

Charo López no sabe en qué momento se ha convertido en un ser razonable, sensato y adulto. "De repente he optado por hacer las cosas que de verdad tienen interés, que me suponen un reto como actriz, en el cual puedo no tener lo que yo quiero, pero de lo que sí estoy segura es de que no voy a dar un paso atrás", dice la actriz. "Carmina encuentra en Gabi signos de vida por su juventud. Ella busca calor humano y sólo encuentra frío, mucho frio", señala sobre su personaje.

Charo López está curiosa por saber qué es lo que le puede proponer un director al que casi dobla la edad -el 28 de octubre cumplirá 52 años-. Después de un mes de ensayos, "ya ha conseguido inquietarme en muchos aspectos, me ha creado estímulos que quieras que no se van adormeciendo. Es bueno que te remuevan. Nos estamos intercambiando cromos, algunos los tenemos repetidos y otros no".

Con Pasajes, Calparsoro está decidido a seguir indagando en el ser humano, a buscar, dice, el movimiento interno de las personas, a implicarse hasta el límite en lo que de verdad cree y a lo que quiere llegar: al fondo del ser humano. "Es una necesidad, un cierto grado de compromiso social con el momento en el que vivo, en el que se hace un cine muy limitado, burgués y clasista, de películas cómodas. Si no hay implicación, nada tiene valor", afirma frente a la ría de Pasajes, su casa.

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