¡Qué cosas!
Mi abuela, junto con mi madre, indistintamente, dispone de una libreta de ahorro con un saldo medio anual que no llega a mil pesetas y un saldo actual que no llega a un duro. Al fallecer mi abuela, mi madre ha querido cancelar dicha libreta y cuál es nuestra sorpresa que al hacer la petición nos solicitan, además del certificado de defunción, dos testigos.Al insistir si era necesaria la presentación de dos testigos, ya que esto supone el que dos familiares abandonen sus puestos de trabajo para certificar lo que ya certifica un certificado oficial, nuestra sorpresa fue mayúscula: los testigos podían ser cualesquiera, incluso sin ninguna relación ni con mi madre ni con mi abuela. Vamos, bastaría con dos personas que pasearan por la calle. ¿Qué pueden saber dos personas que pasean por la calle sobre si mi abuela ha fallecido o no?
¿Para qué sirve que un doctor escriba cientos de datos en un papel que cuesta dinero, que se presenta por duplicado y a veces por triplicado, y que pasa al Registro Civil, dependiente del Ministerio de Justicia, si éste no sirve por sí mismo para nada? ¿Para qué sirve que el Registro Civil certifique una defunción si no tiene suficiente credibilidad?
¡Cuánta burocracia para cancelar una libreta de ahorro con un saldo inferior a cinco pesetas! ¿No necesita este país mayor agilidad?
Pues... no queda más remedio: o dos personas -no importa quiénes- piden permiso para abandonar su puesto de trabajo y certifican junto con el certificado que mi abuela ha fallecido o mantengo una libreta de ahorro con un saldo inferior a un duro durante, como mínimo, dos años para que ésta se cancele por sí sola.- Alicia Arias.
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