El Papa clama en Nueva York contra el aborto y la desintegracíón familiar

Tras repetidos llamamientos a la generosidad de los Estados Unidos para con sus ciudadanos menos afortunados y para quienes se acercan a sus fronteras, el papa Juan Pablo II adoptó ayer, en el tercer día de su estancia en Nueva York, un tono abiertamente antiabortista y en contra de la desintegración familiar. El mensaje es especialmente delicado en este país, donde el 40% de los matrimonios acaban en divorcio, los padres o madres solteros son cada vez más frecuentes y el número de católicos que se opone a la visión del Papa en cuestiones como el aborto es muy significativo.

Ayer el Papa disfrutó de su primera jornada sin lluvia desde que llegara a Nueva York el pasado miércoles y pronunció una misa matinal ante 80.000 espectadores en un hipódromo del barrio de Queens. "No puede haber una vida digna de la persona sin una cultura y un sistema legal que haga honor y defienda al matrimonio y la familia", dijo. Tina mujer de 60 años murió a consecuencia de un ataque al corazón y un centenar de personas resultaron contusionadas en medio del tumulto de Queens.

Se calcula que un número aún mayor de espectadores se habían congregado el jueves por la noche en un estadio de fútbol americano para oír al Papa bajo una lluvia torrencial. "Cuando al niño no nacido se le declara fuera de la protección de la sociedad", dijo el Papa, "no sólo se minan y se ponen en peligro las tradiciones más profundas de Estados Unidos, sino que una mancha moral cae sobre toda la sociedad".

[Una cadena de televisión de Nueva York aseguró ayer que un hombre armado fue detenido cuando intentaba entrar en el seminario de Sán José, en el distrito de Yonkers, que iba a visitar poco después Juan Pablo I, informa France Presse.]

La figura de Juan Pablo II ha seducido por completo a todos los medios de comunicación locales de Nueva York. El Papa ha encandilado a todo el mundo, desde los sacerdotes católicos convertidos en comentaristas de televisión (igual que los abogados contratados por las cadenas para analizar el juicio de O. J. Simpson) hasta los asiduos de los bares irlandeses de Manhattan, donde se sigue en directo la visita en pantallas gigantes.