El tratamiento de los residuos radiactivos dificulta el desmantelamiento de la central de Vandellòs 1
Los residuos radiactivos y el desarrollo de las técnicas para su tratamiento se han vuelto a mostrar como el talón de Aquiles de la industria nuclear. El acondicionamiento de los soportes de grafito del combustible utilizado por Vandellòs 1 ha sido el primer tropiezo con que se ha encontrado el desmantelamiento de la nuclear de la costa de Tarragona, cerrada en 1989. Este trabajo lleva más de tres meses de retraso por dificultades con las máquinas que se han diseñado para la ocasión. Tanto el Consejo del Seguridad Nuclear (CSN) como la Empresa Nacional de Residuos (ENRESA), encargada del desmantelamiento final, restan importancia al incidente.
En Vandellòs quedan tres silos con cerca de 2.000 toneladas de tubos de grafito, que en su momento soportaban el combustible de la nuclear. Este es el único residuo que la empresa explotadora, Hifrensa, aún no ha podido acondicionar. El grafito es un residuo de baja actividad. El problema es que las camisas, además del grafito, tienen una estructura de alambres metálicos, mucho más activos y que requieren un tratamiento separado.
Para tratar estos residuos se ha diseñado un complejo sistema de robots que manipula las camisas de grafito contaminadas sin intervención humana directa. Primero se deben extraer de los silos y luego triturarlas, para finalmente separar los metales del carbón y empaquetarlos separadamente. El 16 de mayo el Ministerio de Industria autorizó la extracción de residuos de los silos, y los ensayos del sistema, primero con camisas de grafito limpias y finalmente con camisas activas.
Hasta el momento se han efectuado poco más de un tercio de las pruebas con 900 camisas inertes, pero los problemas detectados han obligado a efectuar cambios de diseño y materiales. La previsión de Hifrensa era tener acondicionados todos los residuos antes del 31 de diciembre. Ese plazo oficioso difícilmente podrá ya cumplirse.
