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El Banco de España alega la incógnita sobre el déficit público y el repunte salarial para no bajar los tipos

El Banco de España elige la prudencia; se lo pensará mucho antes de reducir los tipos. Aunque admite que la tendencia de la inflación es favorable y que en los primeros meses de 1996 la tasa interanual puede situarse entre el 3,5% y el 4%, en línea con su objetivo intermedio, advierte que existen poderosos "elementos de incertidumbre', entre los que destaca "la que rodea la definición y ejecución de la política presupuestaria" y "el ritmo de crecimiento de los salarios nominales", que podría crecer el próximo año. Conclusión: la política monetaria seguirá siendo rigurosa.

El Banco de España opta por la cautela monetaria extremada en su "Informe sobre la Inflación", de septiembre de este año. Frente a la euforia sobre la evolución del IPC, motivo de peticiones insistentes de recorte de tipos, el Banco pide prudencia y defiende el rigor monetario: "La política monetaria deberá mantener un tono de firmeza y compromiso con su objetivo de estabilidad de precios a medio plazo [por debajo del 3% en 1997], y sólo en la medida en que la tendencia desaceleradora de los precios se consolide con claridad, se mantengan la estabilidad de los mercados financieros y la moderación salarial, y se garantice la cooperación de otras ramas, de la política economica -en especial de la política fiscal- podrá la política monetaria adoptar un tono menos restrictivo".El Banco recurre al tono admonitorio contra el relax monetario, pedido, entre otros, por Pedro Solbes: "Una relajación monetaria prematura no tendría efectos favorables para el crecimiento de la actividad económica, pues conduciría a un deterioro de las expectativas, de inflación que, a su vez provocaría más altos tipos de interés (...), una interrupción o inversión del descenso de los tipos de interés bancarios a largo plazo (...) y peores perspectivas para el crecimiento económico"

El informe apela a la seriedad: "La instrumentación de una política monetaria muy activa se ve desaconsejada por la elevada propensión de los mercados financieros internacionales a incurrir en episodios de inestabilidad que penalizan especialmente a los países con políticas financieras menos disciplinadas".

El argumento que explica la elección del rigor monetario es que, aunque "para los primeros meses de 1996 (...) la tasa interanual puede situarse, con una elevada probabilidad, dentro de la banda de referencia establecida para esa fecha, entre el 3,5 % y el 4%" -eso sí, señala el Banco, por la reducción de los elementos más volátiles del IPC-, persisten poderosos factores de incertidumbre., Los dos más importantes son la "definición y ejecución del Presupuesto" y el riesgo de subida salarial.

La incógnita presupuestaria está en la raíz del rigor monetario, porque "puede poner en peligro reducción del déficit público". El Banco explica que "una contribución efectiva de la política presupuestaria a la estabilidad macroeconómica" facilitaría el objetivo de precios y "pemitiría más fácilmente el ajuste del tono de la política monetaria". Insiste en que la clave es el déficit: "El firme control del gasto público es una condición necesaria para que el proceso de reducción de la tasa de inflación se lleve a cabo. Una expansión del gasto público deterioraría las expectativas sobre la evolución futura de las finanzas públicas y alentaría, probablemente, un dinamismo excesivo del consumo".

La segunda gran incertidumbre es el ritmo de los salarios nominales, que "podría elevarse el próximo año". El mensaje del mantenimiento de los tipos se dirige también contra este riesgo, manifiesto en el hecho de que- en 1995 (a 31 de julio) los salarios pactados suben el 3,6/%, frente al 3,5% en 1995. Recuerda una evidencia olvidada: "El horizonte de (...) la política monetaria no se agota en los primeros meses de 1996", sino que pretende "situar la tasa de inflación por debajo del 3%, de forma estable" en 1997".

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