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La Marina francesa aborda en Mururoa a otro barco de Greenpeace y detiene a sus tripulantes

Enric González

La flotilla para la paz reunida frente a Mururoa lanzó ayer un nuevo barco hacia el atolón. Esta vez fue el Vega, capitaneado por el propio cerebro de la flotilla, el canadiense David McTaggart, el que entró en la zona de exclusión de 12 millas para llevar a tierra a 21 polinesios que reclamaban sus derechos históricos sobre Mururoa. "Estamos aquí para pedirles, presidente Chirac y almirante, que acaben con todas las pruebas nucleares", decía el manifiesto que entregaron a las autoridades francesas. El Vega y sus tripulantes fueron detenidos por una patrulla de la Marina.

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La de ayer fue, quizá, la última batalla naval del viejo McTaggart. Con 63 años y enfermo de enfisema, aunque con una vitalidad inagotable, el fundador y máximo dirigente de Greenpeace, hasta 1991 quiso cerrar su participación en la campana antinuclear de 1995 con un beau geste. Para trasladar al grupo de polinesios, hombres y mujeres, utilizó su yate particular, el Vega, con el que ya en 1972 participó en la protesta contra las explosiones francesas (entonces fue apaleado por un grupo de soldados y perdió la visión de un ojo) y a bordo del cual había dirigido la flotilla para la paz desde que, el pasado 2 de septiembre, el MV Greenpeace y el Rainbow Warrior fueron apresados.El ex director ejecutivo de Greenpeace, acompañado por su tripulante y amigo Chris Robinson, australiano, se despidió de la flotilla hacia las nueve de la mañana (diez de la noche, hora española) y se dirigió hacia Mururoa. Una fragata y una patrullera de la Marina francesa siguieron a distancia al Vega, y cuando el velero entró en aguas territoriales convergieron hacia él. El abordaje se produjo a las 13.16 (0.16, hora peninsular española), cuando el Vega se encontraba a menos de diez millas de la costa, según Audrey Cardwell, portavoz de Greenpeace en el Manutea. Los dos miembros de Greenpeace y los 21 polinesios fueron conducidos a Mururoa.

"No tenemos noticias de ellos, pero suponemos que serán tratados correctamente y que serán enviados a Papeete o Tureia en el primer avión militar", dijo a este periódico. el capitán del Manutea Brad Ives. El Vega quedará en poder de la Marina francesa, al igual que el Rainbow Warrior y el MV Greeppeace. La organización ecologista ha iniciado accioness legales para recuperarlos.

McTaggart planeaba la incursión de los polinesios desde principios de septiembre. El dirigente independentista Oscar Temaru colaboró en la acción proporcionando referencias históricas y convenciendo aun grupo de habitantes de Tureia, entre ellos su propia hermanastra, para que se embarcaran. La idea de McTaggart era lanzar la incursión inmediatamente después de la protagonizada el 9 de septiembre por un grupo de ocho parlamentarios de diferentes países, pero la falta de medios dificultó las cosas. El velero estadounidense Manutea, buque insignia de la flotilla, tuvo que desplazarse hasta Tureia y llevar a los polinesios hasta alta mar. "Queríamos que también vinieran niños, pero el oleaje nos pareció demasiado fuerte y el grupo se compuso de adultos exclusivamente", explicó Brad Ives.

La isla de Tureia se encuentra a 78 millas náuticas al norte de Mururoa y Fangataufa, y durante siglos, hasta el protectorado francés (1843), ejerció una cierta potestad administrativa sobre los dos atolones gemelos. Con esa base, la expedición polinésica de ayer quiso reivindicar sus derechos sobre la tierra en que ahora se efectúan los ensayos nucleares. "Durante más de 30 años", decía la declaración que portaban los polinesios, "el Gobierno francés ha dañado seriamente a nuestros hijos, nuestras isla s y nuestros océanos. Respetuosamente exigimos que cese toda prueba de armas nucleares en nuestra propiedad y que Mururoa y Fangataufa nos sean devueltos". La respuesta, según el texto, era esperada en el plazo de 15 días. De no recibir contestación, se emprenderían "nuevas acciones para resolver el problema".

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Lynette Thornstensen, coordinadora de Greenpeace en Papeete, destacó el "alto valor simbólico" del apresamiento del Vega, el primer buque antinuclear de la organización.

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