Medio millar de drogadictos europeos, con prescripción diaria y controlada de heroína
Holanda imitará el modelo suizo pionero en tratar a los toxicómanos como enfermos
Habitaciones con asistencia médica para que los drogadictos se inyecten su propia droga en buenas condiciones; en otros casos, distribución controlada de heroína dos veces al día a los más recalcitrantes. Son dos programas experimentales del Gobierno suizo con 500 toxicómanos, en un intento por acercarles al sistema sanitario y paliar las consecuencias de su marginación para el resto de la sociedad: sida y delincuencia. Se trata de una nueva línea de actuación en Europa que ya se aplica en la ciudad inglesa de Liverpool y en breve lo hará Holanda.
Todos los programas contra la droga, todas las voluntades, han chocado hasta ahora con un nutrido reducto de toxicómanos resistentes a cualquier ayuda. Las consecuencias devastadoras de su marginación: la delincuencia y obre todo el sida, han llevado a Suiza a buscar nuevos, incluso polémicos, reclamos para acercarlos al tratamiento sanitario. "El objetivo es que salgan cuanto antes del mundo de la droga. Lo que pasa es que no les empujamos", indica Thomas Zeltner, director de la Oficina Federal de Salud Pública de Suiza.Zeltner explicó recientemente en Madrid a sus colegas españoles los pilares de la lucha contra las drogas que ha adoptado su país. Tras las primeras medidas basadas en la represión del mercado, la prevención primaria y la reducción del daño con intercambio de jeringuillas, Suiza emprendió hace dos años una política de "inyectables", "Con esto no se van a solucionar todos los problemas", matiza. "Pero tenemos muy claro que contra las drogas necesitamos un completo sistema de ayuda. Lo bueno será dar a cada persona y en cada etapa de su vida el tratamiento adecuado y que fuera capaz de seguirlo. El éxito, desde nuestro punto de vista, sería la combinación de muchos tratamientos. Uno solo no es la panacea".
Lo primero que han asumido los suizos es: que "se ha de aceptar que no es posible para todo usuario dejar de tomar drogas", dice Zeltner. Lo segundo es la evidencia del sida, "y hay que hacer todo lo posible para prevenir que el sida se extienda a la población"
Una ducha y un médico
En estos momentos unos 14.000 toxicómanos suizos están recibiendo tratamientos sustitutivos con metadona, cifra comparativamente mayor que la española, con 17.000 actualmente. En un paso más, habilitaron lugares especiales y controlados para que los adictos se inyecten. "Ellos van con su propia droga, tienen su ducha, un doctor, una enfermera, una asistenta social y también un cuarto donde pueden inyectarse bajo control", indica.Y en un paso todavía más arriesgado, y que ha levantado incluso críticas de la Comisión Internacional de Estupefaccientes de la ONU, Suiza ha empezado a prescribir heroína o morfina a un grupo experimental de unos 500 adictos. "Dos veces al día se inyectan bajo la supervisión de una enfermera y paralelamente tienen una consulta médica". El objetivo es doble. Paliar, por un lado, las consecuencias sociales y sanitarias de su adicción y, por otro, intentar engancharles en un programa sustitutivo con metadona, que les encamine hacia la desintoxicación.
La ciudad inglesa de Liverpool aplica esta prescripción legal con un grupo reducido de adictos, y Holanda, la pasada semana, anunció su voluntad de imitar el modelo suizo. Apenas hace dos años que en España el entonces secretario de Estado para la lucha contra las drogas, Baltasar Garzón, apostó por estos tratamientos.
Los primeros resultados en Suiza "son positivos", según su responsable. "Cuando entran en estos tratamientos se quedan y se estabilizan. La media de edad es de 27 años y la mayoría con más de 10 años de drogas. El 50% tiene sida". El programa se someterá a finales de 1996 a una doble evaluación, por parte de la Organización Mundial de la Salud y, de un grupo de científicos suizos. Si obtiene el visto bueno, el Gobierno tiene prevista su ampliación, lo que requerirá un cambio legislativo para poder utilizar heroína con fines médicos.
El precio, "muy caro", según Zeltner. "Cuesta entre 25.000 y 30.000 francos suizos por persona y año (unos 3,5 millones de pesetas)". "¡Pero si es más barato que un año de prisión en España!", comentó la juez decana de Madrid, Manuela Carmena, miembro de Jueces para la Democracia, que se entrevistó con Zeltner. Según esta asociación, el 80% de los presos en cárceles españolas tiene problemas de drogas.
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