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Los directores noveles apuestan por el intimismo

Chumilla, Fernández Armero, Mónica Laguna y Amenábar ruedan sus primeros filmes

Amelia Castilla

Los nuevos directores españoles se decantan por la comedia urbana. Ternura, incomunicación, violencia y el sexo se mezclan en las películas de Álvaro Fernández Armero, Juan Manuel Chumilla, Mónica Laguna y Alejando Amenábar, tres directores que en estos días ruedan sus primeros filmes. Brujas, Amores que matan, Tengo una casa y Tesis tienen un presupuesto cercano a los 200 millones de pesetas. Las cuatro transcurren en verano y, salvo por la partipación de consagrados como Carmen Maura o Juanjo Puigcorbé, el reparto lo ocupan actores de las últimas hornadas.

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-Y dice usted que se peleaba con su marido -pregunta el policía.-Era bastante frecuente, sobre todo por la noche. Yo creo que él la pegaba responde la vecina.

-Yo oigo el sonido del viento, ¿eso es normal -replica el director cortando el rodaje de la escena que rodaban Carmen Maura y Rafael Álvarez El Brujo, la semana pasada en el jardín de una casa de las afueras de Madrid. Era la toma 65-1-3 de Amores que matan, el segundo largometraje de Juan Manuel Chumilla, una comedia negra en torno a las relaciones de pareja.

Amores que matan está intepretada en un 75% por Juanjo Puigcorbé y Carmen Maura. En las últimas cinco semanas los dos actores han trabajado mano a mano. "Ufff, ayer tuve que matar a Juanjo y estuve toda la tarde arrastrando el cadáver por el jardín", dice Carmen al tiempo que se queja de la sangre utilizada para el decorado porque era demasiado pegajosa -"debía de tener sirope"-.

Maura, que ha pasado los últimos meses en París rodando La felicidad está en el campo con Edtien Chatelier, descansa entre plano y plano en una roulotte de su propiedad que ella lleva a todos los rodajes. "Aquí tengo mi casita y mis juguetes", dice señalando una pequeña cocina o la cama de esta minivivienda portátil. Con ella viaja también Margarita, su inseparable perrita. "Viene conmigo a todas partes, con ella me desahogo, le cuento todo, lo que me pasa. Es mejor que llevarse un novio", bromea la actriz, que esa mañana, por cuestiones de maquillaje, lucía un pómulo morado de un supuesto puñetazo.

"Que no des la lata"

De su trabajo con Chumilla, Carmen dice que "quiere las cosas muy concretas y muy exactas". Esta actriz, que lleva 20 años tras la cámara y que ha trabajado con buena parte de la plantilla de realizadores españoles, habla así de los directores: "En general, les gusta que hagas lo que ellos quieren y que no les des la lata. Hay que intentar no poner muchos problemas, bastantes tienen ellos", asegura Carmen, quien divide a los realizadores en dos clases: los que hablan y los que no dicen nada. "José Luis Borau se tiró un mes explicándome cada tarde mi personaje en Tata mía; con Saura, con quien rodé Ay Carmela, me habré tomado un café a solas una vez en la vida, y lo mismo con Mario Camus en Sombras de una batalla".A Carmen le gusta tener el guión con antelación para prepararlo a gusto -"El texto lo llevo como si fuera el Padrenuestro"-. Una vez en sus manos, lee su papel todas las veces que haga falta; para estudiar se pone la tele o se va a una cafetería. El de Amores que matan lo leyó hace más de un año y la enganchó totalmente.

También dijo sí inmediatamente Juanjo Puigcorbé. La vida de Marcos, un profesor de Ciencias absolutamente detallista al que le gusta construir barcos, y que mantiene una vida normalísima hasta que empieza a cometer barbaridades, le fascinó al instante. "En ciertos aspectos, la película es bastante teatral, se dialoga mucho y se podría hacer en un mismo escenario", asegura Puigcorbé.

Los protagonistas lo tenían claro nada más leer el guión y Juan Manuel Chumilla, autor del texto y director, confiesa que lo escribió para ellos. "Necesitaba dos actores que tuvieran una gama muy amplia, que pasaran con facilidad de la comedia al drama", asegura el director, de 34 años, quien asegura que siempre le han gustado "las películas que se desarrollan en un espacio único".

También Mónica Laguna, una directora conocida por sus cortometrajes, eligió un espacio único para su primera película. Los tres personajes en torno a los que transcurre la película se encuentran en una cabaña de manera casual. " Tengo una casa es la historia de una intensa relación entre tres individuos que sólo tienen una cosa en común: los tres han hecho un punto y aparte en su vida y tienen que decidir cómo continuarla", dice Laguna. Nancho Novo, Pedro Alonso y Ernesto Alterio interpretan los tres protagonistas. La chica del filme es Silke. La joven actriz explicaba el último día de trabajo que las cinco semanas de rodaje habían sido maravillosas, pero que su principal proyecto en ese momento era tomarse unas vacaciones: "Necesito pararme y asimilar todo lo que está pasando".

Mónica Laguna rodó a finales de agosto la última escena de Tengo una casa, en un descampado del barrio madrileño de Villaverde. "Lo ideal hubiera sido rodar en septiembre, pero la mayor parte de la película transcurre en la sierra de Urbasa y hubo que adelantarlo porque en el norte siempre existe el problema de las lluvias", asegura la directora, que define su primer largometraje como una película de personajes. "No sabría decir a qué género pertenece. La gente dice que me parezco a Hal Hartley, aunque yo prefiero las referencias de John Ford".

Laguna, que acaba de cumplir 29 años, supervisa hasta el último detalle del rodaje, felicita a los actores si la toma ha salido bien y escucha las sugerencias del equipo técnico. La misma claridad de ideas de Mónica se observa en Alejandro Amenábar, un director de 23 años, que estos días rueda en Madrid Tesis, su primer largometraje.

"Tesis es una película sobre la imagen en general, la bella y la terrorífica" dice Amenábar, alumno de la Facultad de Ciencias de la Información y autor del guión basado en las películas snuff, cine criminal que consiste en torturar a alguien hasta la muerte y grabarlo. "Me parece importante que la gente sepa qué es el snuff y que reflexionemos sobre el tratamiento que se da a la imagen violenta".

Tesis no tiene ninguna escena snuff real y "el montaje de imágenes permite saber lo que está pasando sin que resulte insoportable. Se escuchan ruidos y gritos, pero no se recrea en la violencia", asegura Ana Torrent, protagonista del filme.

Tesis, cuyo rodaje durará cinco semanas, se estrenará el próximo invierno. Compartirá cartelera con Tengo una casa, Amores que matan y Brujas.

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