Las dudas de Pujol
Los nacionalistas catalanes están sumidos en un mar de dudas entre los compromisos adquiridos -apoyar unos Presupuestos que sirvan para reactivar la economía- y el coste en votos que puede suponerles en sus elecciones autonómicas el apoyo a un Gobierno socialista sumido en el descrédito. En este sentido, la evolución del sumario de los GAL puede ser la gota que haga colmar el vaso. Duran Lleida, el socio democristiano de Pujol, prefiere celebrar ya las generales como reitera hoy en este diario. Considera que esa secuencia permitiría al electorado conservador de CiU, descontento con la prolongación de la alianza con González, concentrar su voto de castigo en las generales y volver a votar nacionalista en las autonómicas de 1996, ya con Aznar en La Moncloa. Pujol puede ser receptivo a ese argumento. Siempre ha sostenido que su prioridad son las elecciones catalanas. Y los sondeos no le garantizan la mayoría absoluta de que ahora disfruta.No carece de peso el argumento de cuantos creen que el solo hecho de que el Supremo haya admitido a trámite y esté estudiando una acusación contra el presidente del Gobierno debería llevar a éste a disolver las Cortes. Pero ello conllevaría también la paralización del procedimiento judicial hasta la elección y constitución del nuevo Parlamento que surja de las urnas, al menos si hubiera que tramitar suplicatorios. ¿Es conveniente trasladar esta carga a la próxima legislatura? Sería catastrófico que el caso se enquistara sin resolución por más tiempo. Algunos de los que claman hoy por elecciones inmediatas no dudarían en hablar de artimañas para liquidar el caso. Nadie de buena fe puede querer que gravísimas acusaciones pendan sin resolución sobre algunos de los máximos representantes políticos de este país.
Es cierto que los socialistas no quieren abrir el mecanismo de sucesión en su partido ni presentarse a las urnas sin haber zanjado la duda penal sobre Felipe González. Se juegan en ello, sin duda, muchos votos para la próxima legislatura, pero no tiene sentido que se consideren honorables las cábalas electoralistas que hace Pujol, y sin duda también Aznar, y no las del PSOE. En todo caso, si González mantuviera la legislatura abierta lista fin de año seguirían las dudas sobre su legitimidad -incluso si el Supremo le exonera de responsabilidades penales-, y si convoca elecciones inmediatas, el caso GAL quedará aparcado en el Supremo unos meses más. La crisis se ha prolongado tanto que liemos llegado a una situación en la que toda salida parece mala.
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