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Tribuna
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Políticamente imposible

En el año de 1980 el Partido Liberal de Asturias me declaró persona no grata en el Principado por pedir que la actividad minera de Hunosa cesara inmediatamente. Acababa yo de visitar el pozo María Luisa, en compañía de mi buen amigo, el gran asturiano física, moral e intelectualmente, Manuel Jesús González, y de un honrado sindicalista de CC OO, a quien no nombraré por evitarle complicaciones. La bronca fue de las que recuerdan los viejos del lugar.Principalmente disgustó el que yo hubiera declarado a la prensa que no podía excusarse la repetición de accidentes mortales en la mina, cuando el carbón que extraían no valía nada. Hoy, abrumado por la muerte inútil de 14 mineros en el pozo San Nicolás, repito que todos los pozos de Hunosa deben ser cerrados sin dilación.

El carbón de Hunosa cuesta casi siete veces lo que el carbón extranjero. La tonelada de hulla y antracita surafricana en puerta de central eléctrica sale a unas 6.240 pesetas por tonelada y por su buena calidad y poder calórico resulta en una peseta por termia. El carbón español tiene fijado por el Gobierno un precio de referencia de 13.730 pesetas por tonelada métrica, en calorías 2,44 pesetas por termia. El carbón de Hunosa cuesta extraerlo unas 35.000 pesetas por tonelada métrica, lo que equilvadría a unas 6,20 pesetas por termia. Las vetas verticales y estrechas de la mena asturiana dificultan mucho la explotación mecanizada y han de extraerse con peligro para los mineros de Asturias, expuestos a inundaciones, derrumbes y explosiones de gas, que es mucho mayor que en las minas extranjeras, de vetas amplias y horizontales. Las muertes cantadas son un coste social que no puede tomarse a la ligera ni paliarse con entierros. solemnes y días de luto oficial.

Los 101.390 millones de pérdidas más las subvenciones de Hunosa en 1994 supusieron una cantidad menor que los sueldos y salarios de los 10.925 empleados. Ello quiere decir que podría enviarse al personal a casa con el sueldo completo y las pérdidas disminuirían. Es cierto que muchos empleados de Hunosa esperan que sus hijos y nietos encuentren empleo en la mina.

El verdadero despilfarro, sería que los despedidos no pudieran desempeñar otro empleo pese a recibir su sueldo entero y habría que cambiar la ley para que no se vieran forzados a quedar mano sobre mano. En todo caso, el paro resultante se paliaría con la reducción resultante de sueldos y salarios y con la emigración. El trago es duro, pero creo que la reestructuración resultaría más llevadera de lo que se teme, pues el empresariado asturiano, libre de la competencia injusta de la empresa pública en el mercado de trabajo, sabría reorganizar su producción y encontrar nueva clientela.

Con tanta subvención, el Principado se ha corrompido hasta convertirse en una región incapaz de llevar a cabo su transformación. Las tres empresas públicas mantienen la remuneración del trabajo en niveles insostenibles e impiden la creación de empresas nuevas. El aumento de la ayuda recibida del resto de España va parejo con la caída inexorable del ingreso por persona. Encima cunde el enfado, pues la subvención siempre lleva a la convicción de que no recibe uno lo que merece. El precio que está dispuesto a pagar el mercado por el carbón de Hunosa es muy inferior al de su coste de producción. La cuenta de costes y beneficios sociales es también negativa. Por tanto, el valor económico y social del carbón de Hunosa es negativo y su producción debería cesar. Lo sostuve hace 15 años y lo mantengo hoy.

Quienes dicen que es políticamente imposible cerrar Húnosa, solamente demuestran su incapacidad de hablar con franqueza a la ciudadanía. Llevan hoy sobre sus espaldas las muertes de 14 mineros.

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