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Crítica:CINE: 'EL SEXO DE LAS ESTRELLAS'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Hija de padre transexual

En un determinado momento de la película canadiense El sexo de las estrellas, la asexuada, triste y poco agraciada doceañera protagonista encarnada por la sosa debutante Marianne Mercier, dice que le gustan las estrellas porque no tienen sexo, razón por la cual se pasa todo el día, o mejor la noche, escrutándolas con su fálico telescopio.Sin embargo, la vida de la muchacha resulta que es una constante negación de esta frase, debido a que después de cinco años sin saber nada de su adorado padre, un buen día éste aparece convertido en una señorona y además su mejor amigo, su único amigo, resulta ser un prostituto, que se acuesta con hombres por dinero.

Primer largometraje dirigido en solitario, tras diversas escaramuzas en cine y televisión, por la actriz Paule Baillargeon, El sexo de las estrellas no sabe cómo desarrollar esta conflictiva situación dramática, el problema que se plantea a una jovencita, devorada por un fuerte complejo de Edipo, cuando descubre que su padre es un transexual, y se limita a dar vueltas una y otra vez alrededor de ella sin llegar a abordarla directamente en ningún momento.

El sexo de las estrellas

Dirección: Paule Baillargeon. Guión: Monique Proulx. Fotografía: Eric Cayla. Música: Yves Laferriere. Canadá. 1992. Intérpretes: Denis Mercier, Marianne Mercier. Tobie Pelledier. Sylvie Drapeau. Estreno en Madrid: cine Princesa,en versión original subtitulada.

En cualquier caso la historia resulta todavía mucho más incomprensible desde el punto de vista del padre transexual, dado que en ningún momento el guión y la realización nos proporcionan la menor información acerca de él. Ni se sabe por qué en un determinado momento se marchó de Montreal para cambiar de sexo, ni por qué vuelve a su casa para complicar la vida a su sensible hija, ni mucho menos por qué decide instalarse durante una temporada en un hotelucho de mala muerte antes de irse definitivamente a vivir a Nueva York.

La película está más cerca del drama que de la comedia. Pese a ello pretende moverse en ambas direcciones y combinarlas, al incluir ciertas escenas en que el padre transexual intenta hacer algunas conquistas, pero que quedan frustradas desde el momento en que aparece su hija y le llama papá. El sexo de las estrellas es un ambicioso proyecto, que le resulta demasiado grande tanto a la guionista Monique Proulx, como a la realizadora Paule Baillargeon, y cuyo resultado sólo tiene el mínimo interés, provocado por la insólita historia que contiene, pero que está tan sólo planteada y nunca verdaderamente desarrollada.

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