_
_
_
_
_

El buen toreo

Antonio Lorca

El Torero / Muñoz, Joselito, Aparicio

Toros de El Torero, mal presentados, inválidos y nobles.

Emilio Muñoz: oreja con protestas; oreja. Joselito: ovación; ovación. Julio

Aparicio: silencio; ovación tras aviso.

El Puerto de Santa María, 30 de julio. Media entrada.

Hubo toreo del bueno, y el artista fue Emilio Muñoz. Todo un premio gordo, un hallazgo sin precedentes, una gloria bendita para esta Fiesta que se está convirtiendo en un espectáculo anodino e insulso. Bien es verdad que sus oponentes no derrocharon casta ni vibración y pecaron de falta de fuerza, pero cuando el torero domina la situación y además es artista, el toreo se presenta en toda su grandiosidad.La faena de muleta a su primero fue justa, medida, honda y exquisita. Fue el toreo, en una palabra, tan desconocido y tan bello. Brilló por naturales en dos tandas en los que toro y torero se fundieron en un derroche de estética. Es lo que suele ocurrir cuando el torero se ejecuta según los cánones, cuando el torero se cruza y alarga la embestida en un giro de cintura que quiere romper la geometría. Muñoz demostró, en suma, que el toreo no tiene que ser aburrido. Continuó su lección en el cuarto, el más inválido de la tarde. Realizó una faena de menos a más, trabajada con meticulosidad, que brilló con luz propia en unos naturales de frente de rancia profundidad. El representante del modernismo fue Joselito, y el toreo moderno es ventajista y cómodo. Joselito, fiel hijo de su época, se mostró medroso, inseguro, y desganado. Sus toros fueron como los demás, pero distinto era el torero, que estuvo mal en su primero y peor en el quinto y que no quiso entender nada sobre entrega.

Aparicio lidió a su primero, un novillo impresentable y moribundo, entre fuertes protestas del público. En el último, salió con unas prisas exageradas que la plaza confundió con vibración. Intentó superar lo anterior con un arrebato que resultó teatral y superficial desde que se abrió con el capote.

Dos orejas en Santander

Por otra parte, José Ignacio Sánchez y Rivera Ordóñez cortaron sendas orejas en la octava y última corrida de la feria de Santander. Fueron ovacionados en sus otros enemigos, al igual que Manzanares en su lote. Se lidiaron cinco toros de Juan Pedro Domecq, que dieron juego y uno de Antonio Pérez, peligroso.

Barcelona. Cuatro toros de Castillejo de Huebra y lo y 20 de María Lourdes Martín, desiguales, según informa Pau Nadal. Ortega Cano, que volvía a Barcelona después de seis años y fue recibido con muestras de cariño, defraudó y fue pitado. Mientras que Finito de Córdoba y Chamaco fueron ovacionados.

Tudela (Navarra). Toros de La Ermita, desiguales. César Rincón, silencio en los dos; Enrique Ponce, palmas y oreja; El Cordobés, oreja y oreja.

La Roda (Albacete). Toros de Moura, manejables. Litri cortó dos orejas; Jesulín de Ubrique y Vicente Barrera, cuatro.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_