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Fuerzas ocultas en RTVE

Todos los ciudadanos, a través de nuestros impuestos, costeamos el ingente esfuerzo de investigación que cada día se lleva a cabo en los laboratorios, observatorios, universidades e institutos científicos de todo el mundo. Así participamos en la consecución de ese bien público que es el conocimiento de la realidad. Y lo hacemos por dos razones: primero, porque el conocimiento es la más inagotable fuente de placer, y segundo, porque la verdad es la única base para la toma racional de decisiones. Por eso el público en general (que es el accionista) tiene derecho a ser informado de las actividades de la empresa científica, y a disfrutar de sus resultados.¿Tiene sentido que haya una radiotelevisión pública en España? Lo tendría, por ejemplo, si diese a conocer los avances de la ciencia, cosa que no hace. Radio Nacional nos bombardea durante horas y horas con inacabables comentarios sobre la patada de un futbolista o el estado del menisco de otro pero nunca nos da una noticia científica. Incluso los más sórdidos detalles sobre los rabos y orejas cortados en impresentables corridas de toros de ruedos lejanos reciben cien veces más atención que la ciencia, la vida y el universo entero.

Lo más grave del caso no es que la radiotelevisión pública de este país ignore por completo la ciencia, sino que, además, positivamente propague la superstición, el oscurantismo y la ignorancia con programas seudo- y paracientíficos. El otro día escuché por casualidad en Radio 1 una entrevista de un ocultólogo a un experto que aseguraba con voz grave y profesoral que los platillos volantes aterrizan todas las semanas en cierta playa de Tenerife. Sólo le faltaba entrevistar a los marcianos. De la magnífica obra del Instituto de Astrofísica de Canarias, sin embargo, no nos informan las ondas oficiales.

Ahora, TVE nos amenaza con una nueva serie, titulada Fuerzas ocultas, y dedicada a "la magia, lo paranormal, el vudú, el espiritismo, los secuestros extraterrestres y todo lo que se sitúa más allá del mundo real". Más allá del mundo real sólo se sitúan el mundo matemático, la creación artística y las imposturas de embaucadores y farsantes. Desde luego, me parecería bien que TVE prestara más atención a las matemáticas y al arte, pero no entiendo que su tarea consista en atontar a la población con programas seudocientíficos. Lo paranormal, el espiritismo y los platillos volantes no tienen nada de misterioso ni de extraordinario; son vulgares fraudes y tomaduras de pelo.

Todo en el universo ocurre por la interacción de cuatro fuerzas ocultas, pero reales, que la ciencia actual está desvelando: la fuerza gravitatoria, la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil. Estas fuerzas son mucho más sorprendentes,y profundas que cuanto la mediocre imaginación de los ocultólogos podría nunca concebir. La gravitación, por ejemplo, es la violenta deformación del espacio-tiempo por la acumulación de materia, lo que produce fenómenos tan misteriosos como los insaciables agujeros negros y las fantasmales lentes gravitacionales. Las otras fuerzas ejercen su dominio en el enigmático mundo cuántico, donde todo es mágico. De nuestro siglo, plagado de guerras y desgracias, se recordará en el futuro su titánica contribución al conocimiento científico.

Lo que todavía no hemos logrado averiguar es qué fuerzas ocultas mueven a los directivos del ente público a castigar a sus oyentes y espectadores con tanto camelo, y a privarles del placer y el provecho del conocimiento. Quizá sean las malas artes del vudú, pero me temo que más bien se trate de las fuerzas de la incompetencia y la mentecatez.

es catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Barcelona.

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