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Investidura presidencial con la frente marchita

Menem repite mandato acosado por la recesión y económica y el paro

Juan Jesús Aznárez

Los pobres, más hechos, lloran poco cuando vuelven al mendrugo y al paro, pero la doctora Kandela Matus recuerda haber visto hipar como criaturas a gerentes argentinos de teléfono celular. Los pobres, según la fundadora del taller !Socorro! Estoy Sin Trabajo, tienen previsto lo imprevisto. El Gobierno de Carlos Menem tampoco anticipo la crisis mexicana y aún la sufre como pocos. El presidente, 65 años, añorando cifras macroeconómicas que asombraron al inundo, repite mandato apretado por una recesión que desgracia ejecutivos, cierra empresas, nutre las filas del paro, subleva provincias, causa tensiones políticas y expone las carencias de la estabilidad económica, uno de los fundamentos de su abrumadora victoria electoral el pasado 14 de mayo.Menem ha sido investido de nuevo presidente con el apoyo de uno de cada dos argentinos, agradecidos por el sostenido control de la inflación y la gobernabilidad, temerosos del cambio y más severos con la ineficacia que con la corrupción. El Partido Justicialista, a sus órdenes, se impone en las dos Cámaras, y la oposición no le quita el sueño porque el emergente Frente del País Solidario (Frepaso) apenas actúa al estar inmerso en un proceso de maduración interna, y la centenaria Unión Cívica Radical (UCR) pugna, desunida, por superar la ruina electoral registrada a raíz del Pacto de Olivos, suscrito en 1993 por Raúl Alfonsín y Menem, que incluyó la posibilidad de la reelección presidencial en la Constitución. Uno de los disidentes, Elio Aprile, alcalde electo de Mar del Plata, 46 años, piensa que el partido se olvidó de la gente y discute tozudamente sobre la importancia del agua para la navegación: "La Unión Cívica Radical vive en un tragicómico ejercicio de onanismo político".

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Bronca en las provincias

Incierto el futuro a corto plazo desde que la devaluación azteca provocara la fuga de cerca de 8.000 millones de dólares (casi un billón de pesetas), con el consiguiente descalabro del sistema financiero y la cadena de pagos, la oposición continúa denunciando los costes sociales del severo programa de recortes en marcha, aunque no aporta soluciones percibidas como viables. Y la sociedad se aprieta el cinturón, o lo vende, a la espera del regreso de los fondos y la desigual bonanza. "Ningún Gobierno antes aplicó con los jubilados un ajuste tan brutal", protesta Julio Liberman, dirigente de la Mesa Coordinadora Nacional. Un dirigente sindical agrega: "Aquí únicamente hacen negocios cuatro vivos, y mientras tanto, sigue aumentado la desocupación". Oficialmente el paro en Argentina ronda el 14% y afecta a un 1.900.000 personas. Pero sólo 105.000 cobran subsidio.

El Gobierno de Buenos Aires aprieta el dogal porque la rotundidad del triunfo de Menem no ha significado un masivo retorno de los caudales huido, una avalancha de nuevos capitales, ni tampoco despejó en los potenciales inversores las dudas sobre solidez del plan económico, cuyo pilar es la paridad fija entre el peso y el dólar. La industria registra una mayor actividad, y las exportaciones, beneficiándose de la caída del dólar, aumentan, pero la perniciosa crisis de confianza promovida por el cimbronazo mexicano no ha quedado aún resuelta.

La gestión del Ejecutivo peronista afronta una abrupta caída del consumo, hasta un 50% en algunos sectores, y está encadenada a la servidumbre del endeudamiento externo contraído meses atrás para limitar la crisis financiera. Hay que cuadrar las cuentas como sea para abonar los pagos de este año al Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras entidades de crédito, superiores a lo 5.000 millones de dólares.

Necesitan prosperar los bancos, las pequeñas y medianas empresas y los muchos nacionales valorados en la indigencia con Juan Domingo Perón, las Juntas Militares, Raúl Alfonsín y Menem También evocan, melancólicos, el desaparecido auge los 42.000 establecimientos comerciales cerrado por el parón, y jóvenes como Juan Carlos García, paseador de perro en el opulento barrio porteño de Recoletas, que antes tiraba de hasta 40 chuchos y hoy debe conformarse con pastorear a los 20 más pudientes y cobrar la mitad.

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El obispo de Morón, monseñor Justo Laguna, advierte contra la falta de equidad en la distribución de la riqueza generada por la apertura económica de 1990 y la paralelas privatizaciones, y sostiene que los más débiles vuelven a encajar los golpes más duros. "Conviene que la estabilidad se logre sin cadáveres", aconseja. Pero si antes no había fondos para acometer la reforma del sistema hospitalario estatal, hecho unos zorros, la promoción de la cultura la enseñanza públicas o el sistema de pensiones, ahora la disponibilidad es mucho menor.

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