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Antoni Miró pone sabor cubano a la moda

Comienza en París la presentación de la moda masculina para el próximo verano

La presentación de las colecciones para la primavera-verano de 1996 ha comenzado en París. Actores, modelos, atletas y todo tipo de personajes populares se asoman a las pasarelas para lucir las flores de Balmain, los azules de Dior, la gama de colores claros de Sonia Rykiel, el parisianismo absoluto de Lanvin o la inspiración cubana de Antoni Miró, el único de los creadores españoles, que cada seis meses acude a la capital francesa para mostrar su trabajo."La verdad es que ser puntual a la cita supone un gran esfuerzo, pero compensa por dos razones: porque me lo paso estupendamente preparando la colección y porque la recompensa, en términos de imagen, es enorme" reconoce Miró.

En el antiguo claustro de una maternidad del Boulevard Port Royal, con música de Benny Moré y Antonio Machín como fondo rítmico, han ido desfilando los modelos de Antoni Miró . Su ropa colonial se la han endosado maniquíes profesionales, pero también amigos del modista, como el peluquero Marcel o los actores Feodor Atkine y Yann Collette, aunque la presencia que mayor atención ha despertado ha sido la de Paco Rabanne, un auténtico pope de la moda cuya obra se expone estos días en un museo dedicado a la creación contemporánea.'To de la inspiración cubana es relativo, porque en realidad yo nunca he estado en Cuba, entre otras razones porque detesto viajar" explica Miró. "Mi Cuba es la de las películas de Gerard Phillipe, la de las novelas de Cabrera Infante, la que me sugieren las congas o los boleros, la que se puede derivar de las casas de los indianos en Arenys, incluso la que pude imaginarme hace ya más de veinte años cuando los americanos rodaron en Barcelona, en pleno invierno, en el entonces desvencijadísmo estadio de Montjulic, un combate de boxeo que simulaba producirse en La Habana y todos los barceloneses hacíamos de figurantes vestidos de blanco, con sombrillas para protegemos del mortecino sol de enero".

Los colores de Miré son claros -el blanco coco, el beis Panamá o el de arena mejada-, y se adaptan al algodón, al popelín o al lino-nailon. Las chaquetas son amplias y rectas; las casacas, entalladas y tomasoladas; las camisetas pueden llevar un único bolsillo en el pecho. La ropa para hombre incluye también los cuadros grandes, los trajes de rayadillo y las inevitables guayaberas. Las chicas tienen derecho a mostrarse más sexys, mostrando el ombligo y enfundadas en tejidos que siguen con elegancia las formas de su cuerpo.

Garantía

"El hecho de estar producido por Ermenegildo Zegna te obliga a tener una presencia internacional, pero también te la garantiza. Para mí, venir a París no es ningún castigo, no supone angustia alguna aunque los últimos días apenas se tenga tiempo para dormir. La energía que se deriva de este tipo de operaciones es muy positiva España, la moda española, no está dentro de los circuitos internacionales. Los desfiles en Barcelona y Madrid sólo sirven para el consumo interior y para satisfacer nuestra vanidad, pero la moda real, el tinglado de la alta costura o del prét-á-porter, es internacional y pasa por París", resume el modista barcelonés.

Los maniquíes, habano entre los dedos, a veces con un vaso de leche de coco o un trozo de caña en las manos, han seguido el juego de la Cuba imaginaria de Miró y han improvisado para la ocasión un comportamiento más latino, informal, que les permitía hablar con el público y coquetear con él. El resultado de esa actitud festiva y distendida ha sido una ovación cerrada, salpicada de bravos y el que, por primera vez, las cámaras de la cadena de televisión francesa que luego retransmite íntegramente losdesfiles haya incluido ya el de Miró entre los que pueden interesar a sus espectadores.

Y entre los veteranos, este año se celebrará un acontecimiento muy especial. Hubert de Givenchy se despide el próximo martes de las pasarelas de París, después de 43 años de carrera en el mundo de la moda.

"He vivido la edad de oro de la moda", dijo ayer en una entrevista. Después de la Segunda Guerra Mundial, las casas de costura se convirtieron en pequeños reinos y prósperas empresas. Lelong tenía entonces mil empleados en su firma. "Yo tenía 300 trabajadores y 18 modelos para las pruebas. Casi todos los días había bailes, cenas y celebraciones, y las mujeres solían vestirse bien", comenta Givenchy, que en 1957 lanzó su primer perfume.

En 1988, el diseñador vendió su firma, aunque siguió siendo director artístico, cargo que dejará el próximo mes de octubre. Entre los candidatos para su sucesión figura el creador británico John Galliano.

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