Las rebajas
Las Ventas está de rebajas. No lo anunciaron más cualquiera pudo darse cuenta de que el histórico coso ha entrado en el mes de las rebajas, las oportunidades y los saldos. A lo mejor se queda así para toda la vida, nunca, se sabe. Hubo quien lo daba por cierto y decía: "Madrid ya es Benidorm". Oír la frase, y los japoneses numerosísimos en la plaza se quedaron perplejos. "¿No ser' Madrid aquí, señor? ¿Ser aquí Benidorm?", preguntaban. Luego pedían explicaciones al guía: "¿Nos quiere decir a dónde demonios n os ha traído?". ''A Benidorm", insistía el augur, con tenaz contundencia..Benidorm, ¡ojalá! En Benidorm, por lo menos, no presumen de primera plaza del mundo y además la gente se divierte horrores. Las Ventas, en cambio, parece la funeraria. Principalmente cuando se pone de rebajas y da los trofeos a precio de saldo. La verdad es que nole va. O Las Ventas sigue siendo la primera plaza del mundo, la que da y quita, la que no admite toros inválidos ni lidia mal hecha, la que hila fino y custodia celosamente los valores del arca, o más vale que la cierren. Las Ventas, jaleando trapazos y pidiendo orejas sin ninguna mesura, es peor que una plaza de pueblo: es una, horterada.
Cemuño / Jiménez, Rodríguez, García
Toros de Cernuño (1º devuelto por inválido), con trapío, inválidos, descastados. Sobrero de LaCardenilla, con trapío, inválido, encastado Pepín Jiménez: media trasera y rueda de peonds (silencio); media muy trasera (aplausos y, saludos). Miguel Rodríguez: estocada tendida trasera-y rueda de peones (escasa petición y vuelta); estocada (oreja). Juan Carlos García, que confirmó la alternativa: estocada perpendicular pasada (oreja); pinchazo y estocada contraria (palmas). Plaza de Las Ventas, 2 de julio. Más de, media entrada.
Porque, concedidas las orejas, los mismos que pidieron esos despojos y regalaron los triunfos, salen comentando la importancia que tiene cortar una oreja en Madrid, por tanto convencidos de que se acaba de produciren el asolerado coso un acontecimiento memorable. Puro surrealismo, es cierto. "La fiesta está como el país", respondía un aficionado al que, identificó Madrid con Benidorm, y probablemente no le faltaba razón.
No es que los toreros orejeados carecieran de mérito: lo tuvieron. Juan Carlos García instrumentó tres tandas de naturales al toro de su confirmación de alternativa, dos de ellas con largura y mando y ciño muy torero un surtido de ayudados trincherillas y pases de la firma, todo lo cual rubricó el público con los olés y los aplausos debidos. El conjunto de la faena y el espadazo final, sin embargo, no eran merecedores de oreja; y se la dieron.
A Miguel: Rodríguez le dieron otra sin cuajar ni un solo pase. No por su culpa, ciertamente. Inválido total y sin embestida alguna el quinto toro, Miguel Rodriguez le porfio cerquisima de los pitones, cobró un estoconazo y obtuvo la oreja. Claro que antes había banderilleado al toro quedón exponiendo mucho; prendió un par de dentro a fuera arriesgadísimo, y por los terrenos de dentro consiguió clavar el siguiente tras dos pasadas en las que no pudo meter los brazos pues el manso le echaba la cara Arriba.
A su, anterior toro, único encastado dentro del saldo de moruchos mareados con el hierro Cermiño, lo muleteó corajudo consintiendo las fuertes embestidas y en uña de ellas recibió un volteretón impresionante. Prolongó innecesariamente la faena y le sobrevino otro. Era el tercer susto que sufría. en la tarde pues al capotear de recibo tropezó, cayó, y el toro le pasó por encima, sin tirarle el temido derrote.
Ninguno de estos incidentes arredró a Miguel Rodríguez y de ello tomó buena nota la afición, como de diversos detalles buenos que hubo en la corrida, aunque de ahía ponerse a regalar orejas, debería mediar gran distancia. Y acaeció lo de siempre: que con tanta rebaja, tanta oportunidad y tanto saldo, posiblemente se acabó incurriendo en injusticia. La víctima, Pepín Jiménez, que a sendos toros moribundos les sacó media docena de pases, con especial galanura al Cernuño cuarto, y no le dieron ni una oreja, ni las gracias, ni recuerdos a la familia, ni nada. O sea que Madrid había restaurado sus precios de plaza de lujo, sólo para Pepín Jiménez. Pero ¡alto ahí! La, conspiración para alterar el precio de las cosas está penada por ley y Pepín Jiménez puede presentar querella contra los conspiradores.
Babelia
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