Tres ministros y cuatro altos responsables de la seguridad de Rusia presentan su dimisión a Yeltsin
Los ministros de Defensa y del Interior, el viceprimer ministro y ministro responsable de Nacionalidades, el director del Servicio Federal de Seguridad, el secretario del Consejo de Seguridad, el fiscal general y el gobernador de Stávropol ofrecieron ayer sus dimisiones al presidente ruso, Borís Yeltsin, que decidirá la suerte de cada uno de ellos en los próximos 10 días. Así informó Iván Ribkim, jefe de la Duma Estatal (Parlamento), al término de la reunión del poderoso Consejo de Seguridad. Este ofrecimiento de los llamados ministros de fuerza abre las puertas a la solución del conflicto entre el Gobierno y el Parlamento y aumenta las posibilidades de éxito de las negociaciones de Grozni sobre el futuro de Chechenia.
"La conversación fue muy dura, muy difícil y muy seria", declaró Ribkin, refiriéndose a la discusión que hubo en el Consejo de Seguridad sobre los responsables de los acontecimientos de Budiónnovsk, cuando el comandante checheno Shamil Basáiev se atrincheró con más de cien guerrilleros en el hospital de esa ciudad de la provincia de Stávropol y retuvo durante seis días a más de un millar de rehenes.La reunión del Consejo de Seguridad, presidida por Yeltsin, estuvo dedicada exclusivamente a la crisis de los rehenes de Budiónnovsk. En ella intervinieron el ministro del Interior, Víktor Yerin; el director del Servicio Federal de Seguridad (SFS, heredero del KGB), Serguéi Stepashin; el titular de Defensa, Pável Grachov; el viceprimer ministro del Gobierno responsable de las Nacionalidades, Nikolái Yegórov; el fiscal general en funciones, Alexéi lliushenko, y el gobernador de la provincia de Stávropol, Yevgueni Kuznetsov.
Todos ellos reconocieron sus responsabilidades en la crisis y manifestaron su disposición a dimitir. Oleg Lóbov, secretario del Consejo de Seguridad y jefe de la comisión que investigó los sucesos de Budiónnovsk, también ofreció su renuncia.
Yeltsin decidirá antes del 10 de julio la suerte de estos altos funcionarios, que salieron de la reunión "cabizbajos y con los rostros sombríos", según la agencia Itar-Tass. La actual situación política y el conflicto que hay entre el Gobierno y el Parlamento -la Duma Estatal aprobó la semana pasada una moción de censura contra el Gabinete y mañana deberá votar otra, lo que puede llevar a su disolución- exige que el presidente sacrifique a algunos de estos ministros, pero no necesariamente a todos.
Los candidatos más claros a la destitución son el ministro de las Nacionalidades, Nikolái Yegórov, y el de Seguridad, Serguéi Stepashin, hombres a los que Yeltsin no debe nada. Su culpa en los acontecimientos de Budiónnovsk y, en un contexto más amplio, de Chechenia no deja lugar a dudas. El candidato con más posibilidades de permanecer en su puesto es el secretario del Consejo de Seguridad, Oleg Lóbov, quien no tiene culpa directa en la crisis de los rehenes.
Yerin y Grachov
La situación con Yerin y Grachov es más compleja. Por una parte, ésta sería una buena oportunidad para Yeltsin de desembarazarse de sus aliados en el golpe de palacio y bombardeo del Sóviet Supremo en otoño de 1993, pero, por otra, se quedaría sin incondicionales que en caso necesario podrían nuevamente sacar a sus hombres a la calle para defenderle.
Si el líder ruso acepta la renuncia de ambos, significaría que en el país efectivamente se celebrarán las elecciones presidenciales de 1996, y que Yeltsin no buscará un pretexto para imponer el estado de excepción y perpetuarse en el poder. También es posible una variante intermedia:, que sacrifique a Yerin pero deje a Grachov, su principal apoyo en el enfrentamiento de 1993 con el Parlamento conservador y en quien puede confiar en caso de un futuro conflicto con el actual Parlamento o con el nuevo que se debe elegir a fines de año. O incluso con las fuerzas reformistas, si éstas deciden apostar por otro candidato presidencial -el primer ministro Víktor Chernomirdin, por ejemplo- y si Yeltsin se decide a cerrarle el paso a toda costa.
Mientras tanto, está claro que la oferta de dimisión de los ministros de fuerza consolida las posiciones de Yeltsin y de Chernomirdin en la actual crisis política, que mañana seguramente se resolverá pacíficamente, sin que el presidente se vea enfrentado al dilema de destituir al Gobierno o disolver la Duma. Además, ahora que los principales responsables de la guerra en Chechenia se encuentran en una situación de debilidad hay muchas más posibilidades de que las negociaciones de Grozni entre rusos e independentistas tengan éxito.
Yeltsin dijo ayer que la operación del comando checheno en Budiónnovsk "demostró a los rusos y al mundo la baja capacidad de nuestros servicios secretos para cumplir con sus tareas". Por ello, el presidente propuso crear un "centro especial para luchar contra el terrorismo", una especie de superministerio del que formen parte "fuerzas del Ministerio de Defensa y del Interior, del SFS y de otras instituciones competentes".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.