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Clinton propone una segunda reforma sanitaria mucho más modesta y barata

El número de estadounidenses sin cobertura médica alcanza ya los 41 millones

Después del fracaso de la ambiciosa reforma sanitaria que Clinton lanzó el pasado año, el, debate resucita y la polémica adquiere nuevos perfiles. Se mantiene la necesidad de poner ordenen los sistemas de seguros y crece el número de los que no tienen cobertura médica alguna, pero la discusión está ahora marcada por el recorte del gasto público. Los demócratas acusan a los republicanos de querer desmantelar la asistencia a ancianos, niños y pobres. Médicos y hospitales, que rechazaron la reforma, se revuelven ahora contra propuestas que les harán ganar menos dinero.

El presidente estadounidense, Bill Clinton, se ha dado cuenta del error cometido con la reforma -un plan general que daba la impresión de burocratizar e intervenir el sistema sanitario y limitar las opciones individuales- y ha abandonado los tres elementos clave de la propuesta de 1993 y 1994: la exigencia de que los empresarios paguen total o parcialmente el seguro de sus empleados, el control de incremento de precios de los seguros y la supervisión oficial de la cobertura médica privada.A cambio, Clinton ha presentado un modesto plan que facilita el acceso a los seguros y garantiza la continuación de la cobertura aunque se pierda el empleo o se cambie de trabajo, y que introduce recortes moderados en los presupuestos de Medicare y Medicaid, los equi valentes a la Seguridad Social para ancianos y a la beneficencia para los desposeídos.

Quiebra de hospitales

Los republicanos están interesados en explicar que su rechazo de la reforma sanitaria no quiere decir que no les preocupe el problema. Un sondeo posterior a las elecciones de noviembre de 1994, en las que consiguieron el control de las dos cámaras, indica que la cuestión sanitaria fue definitiva a la hora de decidir el sentido del voto, y que el 70% del electorado que votó por los republicanos quiere que el nuevo Congreso asuma prioritariamente el desarrollo de un plan de reforma. El problema surge Cuando la reforma se diseña a golpes del hacha que recorta el gasto público.En su proyecto de equilibrio presupuestario para los próximos siete años, los republicanos proponen reducir los gastos de Medicare desde un mínimo de 256.000 millones de dólares (33 billones de pesetas) hasta un máximo de 282.000 millones (36 billones de pesetas), eliminando tratamientos innecesarios y burocracia y combatiendo el fraude.

El presupuesto de Medicaid sufriría recortes de entre 175.000 millones (22,7 billones y 187.000 millones de dólares (24 billones de pesetas), y muchas de sus competencias pasarían a los Estados. Dado que los dos programas suponen la tercera parte del gasto total de salud, los recortes repercutirían en todo el sistema sanitario, alterarían la relación entre médicos y enfermos y podrían llevar a la quiebra a hospitales y empresas de suministros.

La reducción en los gastos de Medicare significaría la limitación de asistencia sanitaria o el incremento de precios para los 40 millones de ancianos que utilizan sus servicios. Los recortes en Medicaid afectarían a la población infantil de las familias menos favorecidas: la cuarta parte de los niños norteamericanos recibe cuidados médico a través de Medicaíd..

Ante esta perspectiva,las denuncias se multiplican entre los grupos que representan a la tercera edad y las organizaciones de asistencia social, numerosas asociaciones de inéditos y la mayoría de los hospitalei. 151 senador Kennedy pronostica un fuerte incremento en el precio de los seguros, la bancarrota de parte del universo sanitarío y el aumento radical del número de los que no tienen ninguna cobertura médica, que ya han pasado de 37 millones.,en 1993 a 41 millones en 1995.

Electoralmente, los republicanos se arriesgan a pagar un precio semejante al que pagaron los demócratas en las elecciones de noviembre si se extiende el mensaje de que van a desbaratar el sistema y a entrar a saco y sin piedad en las redes de asistencia: "No se pueden recortar los beneficios médicos de las personas mayores" advirtió el presidente Clinton el 13 de junio, en su propuesta para equilibrar el presupuesto en 10 años. La Casa Blanca plantea unos ahorros de 16 billones de pesetas en Medicare, controlando gastos y evitando fraudes, y de 7 billones en Medicaid.

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