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Clinton intenta convencer al mundo de que EE UU sigue confiando en la ONU

Antonio Caño

El presidente Bill Clinton intentó ayer convencer al mundo de que Estados Unidos mantiene su fe en la ONU, a pesar de la fuerte corriente aislacionista que domina este país justo al cumplirse el 50º aniversario de la organización que nació con propósitos de paz, justicia y desarrollo. Esas ambiciones, obviamente, están todavía insatisfechas, pero la voluntad de la comunidad internacional para llegar a esa meta ha flaqueado considerablemente desde que el 26 de junio de 1945 se firmó en San Francisco la carta de las Naciones Unidas, uno de los más bellos textos producidos por la Humanidad.Clinton quiso ayer recuperar, en el mismo escenario de aquella gran iniciativa, el espíritu de medio siglo atrás: "Hoy aquí, en, esta Cámara histórica, tenemos en nuestras manos el desafío de construir una paz definitiva. No olvidemos que cada niño que se salva, cada refugiado acogido, cada enfermedad prevenida, cada barrera injusta que cae, cada espada convertida en un arado nos acerca a la visión de los fundadores, nos coloca más cerca de la paz, más cerca de la libertad y más cerca de la dignidad. Digamos no al aislacionismo, sí a la reforma. Sí a un nuevo y valiente programa. Y, por encima de todo, sí al sueño de las Naciones Unidas".

Un nuevo país

Pero los Estados Unidos que hablaron ayer por boca de un presidente debilitado no son los mismos que aquéllos que hace 50 años acababan de intervenir decisivamente en la victoria sobre el fascismo y encabezaban la creación de la ONU como líder indiscutible. Hoy Estados Unidos no quiere seguir cumpliendo con ese papel. No sólo la extrema derecha, que ve la ONU como un gran centro de conspiración contra las tradiciones norteamericanas, sino un Congreso controlado por los republicanos y una mayoría de la opinión pública quieren que su país reduzca su contribución econóinica a la ONU y se separe de las misiones colectivas de paz.Lo que Clinton intenta es convencer a sus compatriotas de que la ONU es el mejor medio de que el país no tenga que emplear demasiados recursos humanos y económicos en el mantenimiento de su papel de primera potencia mundial. "No podemos convertirnos en un país aislacionista ni podemos dictar el destino de cada uno de los demás países del mundo. Es mejor para nosotros ser líder dentro del marco de las Naciones Unidas", declaró ayer Clinton en una entrevista.

En su discurso ante los 185 embajadores de los países miembros de la ONU, Clinton sostuvo que para que esta organización pueda seguir asumiendo el papel para el que fue creada son necesarias reformas profundas, "reducir la burocracia, eliminar el despilfarro". "La ONU no funciona como debería. Tiene que ser reformada. Hay que crear una organización más flexible, que actúe con mayor rapidez y que produzca más. Y, sobre todo, que inspire confianza a nuestros gobiernos y nuestros pueblos". Para ello propuso un plan global de reforma de la ONU que debería ser aprobado antes de que concluya la Asamblea General del próximo otoño.

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