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El petróleo del Caspio: ¿no hay salida?

Tras siete años de esfuerzos de diversas compañías petroleras occidentales -con el apoyo. de sus respectivos Gobiernos- para ha cerse con una parte importante de los ricos campos petrolíferos del Caspio, el único resultado tangible, es un goteo de exportaciones -65.000 barriles diarios- a través de Rusia, que corresponden a un proyecto de la Chevron -norteamericana- en el gigantesco campo de Tengiz, Kazajstán. Es cierto que se ha firmado, además, otro acuerdo que cubre los tres mayores campos petrolíferos de Azerbaiyán, pero la producción todavía no se ha iniciado. El problema es que no hay un. oleoducto que pueda transportar grandes volúmenes de crudo desde la zona, localizada en el interior, hasta mar abierto.Numerosos obstáculos políticos bloquean la construcción de semejante oleoducto, entre ellos la presión de Rusia para afirmar su predominio en la zona; las ambiciones de Turquía e Irán, que persiguen un papel de liderazgo regional, y los conflictos étnicos en Georgia y entre Azerbaiyán y Armenia. La accion militar de Rusia en Chechenia ha provocado una mayor actividad diplomática, pero ningún progreso en el oleoducto. Durante una visita a Moscú a finales de 1990, el presidente de Chevron, Kenneth Derr, predijo un éxito rápido en las negociaciones que su empresa llevaba a cabo desde hacia dos años y medio para obtener derechos de explotación del campo de Tengiz. Lo que ocurrió, sin embargo, fue que el hundimiento de la Unión Soviética hizo que Chevron tuviera que volver a comenzar desde cero, al pasar el control sobre Tengiz de Moscú al Gobierno de Almá Atá. Esto fomentó el resentimiento ruso, ya que la URSS había comenzado a desarrollar el campo y construido un nuevo oleoducto pata llevar parte de su producción a las refinerías de Grozni, capital de Chechenia.

A principios de 1992, las conversaciones con Chevron tropezaron con dificultades, y el presidente kazajo, Nursultán. Nazarbaiev, se dirigió a su amigo el sultán de Omán en demanda de ayuda. El sultán envió a Almá Atá a un intermediario en el comercio internacional del crudo para negociar un arreglo. El 18 de mayo de 1992, se firmó un acuerdo en Washington entre Chevron y Kazajstán.

Pero este acuerdo no se vio acompañado de ningún compromiso para construir un oleoducto y en junio la compañía petrolífera de Omán vino a llenar ese vacío. La OOC (Omani Oil,Company), oficialmente, estatal, pero con sede en las Bermudas,, acordó con Almá Atá y Moscú asumir el liderazgo para financiar un oleoducto a cambio de una coparticipación en su propiedad igual a la de los Gobiernos ruso y kazajo.

Durante un tiempo, el gobierno azerí también se unió al nuevo Consorcio para el Oleoducto del Caspio, compuesto por Kazajstán, Rusia y la OOC.

Irán, además, propuso que se construyeran instalaciones en la zona norte del Caspio para permitir que pequeñas cantidades de petróleo azerí o kazajo llegaran a las refinerías del norte de Irán. A cambio, se exportaría desde el golfo Pérsico crudo, dé los campos petrolíferos iraníes del sur.

A pesar de la abundancia de opciones, en abril de 1993 el Consorcio (Caspian Petroleum Consortium) se decidió por una ruta a través de Rusia hasta su puerto de Novorosisk, en el mar Negro. Ésta sigue siendo la opción preferida por Rusia. Para Kazajstán lo mejor era que el oleoducto construido por la Unión Soviética entre Tengiz y Grozni fuera ampliado para transportar el crudo de Tengiz por la orilla norte del Caspio. Pero, para evitar Chechenia, que ya había declarado su inde pendencia, se pretendía construir un "desvío de Grozni", desde un punto del Caspio situado bastante al norte de la capital chechena, que se dirigiría al oeste para enlazar con el sistema ruso en Tijoretsk. Desde allí se construiría un nuevo oleoducto paralelo al ruso, que llevaría hacia el sur, a Novorosisk. Azerbaiyán, en cambio, prefería cambiar de sentido los oleoductos que ya existían para llevar el crudo hacia el norte desde Baku, siguiendo la costa occidental del Caspio, y luego construir una nueva sección hacia el norte, hasta el desvío de Grozni.

Inicialmente Chévron coincidía en que ésta era la mejor ruta, puesto que la distancia era menor y además se evitaba pasar por Georgia y Armenia, desgarradas por conflictos internos. Pero la empresa se echó atrás ante las condiciones financieras, declarando abiertamente que éstas beneficiaban a Omán, al tiempo que insinuaba que dejaban el proyecto a merced de una influencia rusa nada positiva.

Aunque Azerbaiyán nunca confirmó su participación en el CPC y las conversaciones entre el CPC y Chevron sufrieron un rápido deterioro, Chevron siguió desarrollando Tengiz, y otras compañías occidentales llegaron a acuerdos tanto en Kazajstán como en Azerbaiyán. El mayor acuerdo, después del deTengiz, cubre tres de los campos petrolíferos de Azerbaiyán situados bajo el mar Caspio, que conjuntamente tienen una capacidad similar a la de Tengiz, con unas reservas evaluadas en 4.000 millones de barriles.

El último acuerdo fue firmado a finales de 1993 por el Azerbaijan International Consortium, en el que, las mayores participaciones corresponden a British Petroleum, la noruega Statoil y USA-moco, junto con Unocal, Pennzoil y McDermott (de EE UU), la empresa escocesa Ramco, la compañía estatal turca TPAO y el grupo saudí privado Delta-Nimir. La companía petrolífera estatal de Azerbaiyán, Socar, controlaba en un principio el 30%, del que cedió poco después un 10% a Lukoil, la mayor de las nuevas compañías de petróleo de-Rusia.

Pero a Teherán le escoció que Baku rechazara su propuesta de unirse a un consorcio más amplio para explotar el petróleo de los yacimientos submarinos, y amenaza con apoyar a Moscú en un debate sobre el estatuto internacional de las aguas del Caspio. Según el derecho internacional, las reservas minerales y petroleras situadas en el fondo marino se reparten a lo largo de fronteras marítimas entre los países que lo bordean, mientras que las reservas situadas bajo un lago son de propiedad conjunta y proporcional de todos ellos. Moscú ha afirmado que considera el Caspio como un lago. Azerbaiyán, Kazajstán y los otros Estados ribereños no opinan lo mismo.

No se vislumbra un acuerdo sobre los oleoductos, y su construcción llevaría unos tres años. Por eso es probable que la única respuesta políticamente factible sea exportar pequeñas cantidades de petróleo por los oleoductos ya existentes o mediante canjes con refinerías rusas -o iraníes- a cambio de la exportación de una mezcla de crudo en algún punto accesible de la zona. Hasta que sea posible transportar grandes cantidades de petróleo a los mercados internacionales, Azerbaiyán y Kazajstán no podrán bañarse en el oro negro.

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