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Florencia luce los frescos de la catedral tras 15 años de trabajos

El mayor fresco del mundo, con sus más de 3.500 metros cuadrados de superficie, volvió a la luz ayer, al caer las telas que cubrían la base de la cúpula de la catedral de Florencia desde 1979. La polémica sobre si este Juicio Final de Santa María del Fiore está o no a la altura del que Miguel Ángel pintó para la Capilla Sixtina puede reanudarse. Aunque a los expertos les preocupa más el futuro de la genial estructura que lo sustenta: son 597 las grietas en la cúpula de Filippo Bruneleschi que domina la ciudad.

Se recuerda con aprensión que la restauración tiende a intervenir con demasiada frecuencia in extremis, y más en estos tiempos de, crisis. La alarma sobre los frescos del duomo florentino no sonó hasta que un noble trozo de yeso pintado por la mano experta de Giorglo Vasari se desplomó, en 1979, sobre la cabeza de un visitante. Mucho antes de esa fecha, las quebraduras, manchas y la pérdida general de color eran perfectamente visibles.Un andamiaje de 24 pisos levantado sobre el suelo hasta una altura de 110 metros ha permitido recuperar el grandioso espectáculo de los ángeles y demonios, santos y condenados que entre 1571 y 1579 pintaron primero Vasari, y Federico Zuccari tras la muerte de aquél. Sobre esa estructura, han trabajado los restauradores con materias adherentes y algodones, hasta limpiar una superficie sometida siempre a gran humedad y a fuertes oscilaciones térmicas entre el invierno y-el sofocante verano.

Por ello, el día de ayer tenía que ser necesariamente de triunfo y de celebraciones presididas por el cardenal Silvano Piovanelli, arzobispo de Florencia, que convocó a un concierto de la soprano Cecilia Gasdia a algunos centenares de invitados.

Esta concurrencia de élite tuvo el privilegio de ver antes que el público el despertar del Cristo Juez, la Virgen, los santos y los querubines que presiden una imponente visión de la humanidad, gradudada desde el infierno a la gloria y desde la base de la cúpula hasta el borde del lucernario.

El efecto visual es, sin embargo, contundente, sobre todo en la parte que se debe a Zuccari, pintor más modesto que Vasari pero también más audaz y realista que el maestro. El enorme Lucifer, de más de cinco metros de altura, y las escenas más violentas de diablos maltratando a condenados se deben a Zuccari, presente él mismo en, el fresco junto a los duques Cosme y Francesco de Medicis, retratados por el pintor que concluyó el Juicio, y junto a un banquero de la época que presumiblemente dio una ayuda decisiva para que se terminara de afrescar la cúpula de Bruneleschi.

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