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Ucrania aumenta la presión contra la flota del mar Negro bajo control ruso

Pilar Bonet

La comunidad internacional puede verse involucrada en los próximos meses en una nueva estrategia de Ucrania para que la flota del mar Negro, en la práctica bajo control ruso, se vea obligada a abandonar Crimea o a renegociar su estatuto en la península. Esta estrategia, que supondría la renuncia a la línea seguida por Kiev en tres años y medio de conversaciones con Moscú, puede ponerse en marcha si el presidente, Leonid Kuchma, apoya los planes de sus militares.

Así se desprende de las declaraciones que un alto oficial del equipo de Kuchina realizó a EL PAÍS en vísperas de las conversaciones que el líder ucranio y el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, mantienen hoy en la localidad de Sochi sobre el futuro de la flota del mar Negro, un total de 635 buques e infraestructura portuaria, que es fuente de conflictos entre los dos países.Ucrania enmarca hoy el problema de esa flota desde dentro de su nueva política exterior, en la que comienza a predominar una lógica parecida a la empleada por los países del Báltico frente a Rusia. Entre las élites ucranias están hoy en vías de desaparición dos ideas que hasta ahora han contenido la posición de Kiev frente a Moscú. La primera es la hermandad eslava rusoucrania, que está siendo sustituida por una febril afirmación prooccidental, capitaneada precisamente por Kuchma, quien ha archivado sus promesas electorales de una mayor integración con Rusia.

La segunda idea era el respeto implícito a los vínculos históricos entre Rusia y Crimea, que son el fundamento de los posibles derechos especiales de Moscú para asentarse en la península. "La historia no es un criterio para resolver el problema de la flota del mar Negro. A nadie le interesa cuáles fueron los territorios del imperio británico", señala el capitán Grigori Perepelitsia, analista del Instituto Nacional de Investigaciones Estratégicas de Ucrania.

Una alta fuente militar consultada, que prefiere permanecer en el anonimato y que participó en la preparación de la cumbre de Sochi, esbozó dos posibles líneas de acción que, en ambos casos, llevan a denunciar como "extranjero" al contingente militar ruso en Crimea. La primera de ellas se podría plantear el 16 de noviembre, cuando concluye la primera etapa del Tratado de Armas Convencionales en Europa (CFE), que obliga a los países firmantes a mantener ciertas cuotas de equipo militar en sus flancos.

Límites de 1990

El distrito militar de Odessa, donde está la flota del mar Negro y su equipo, está bajo la jurisdicción de aquel tratado, firmado en 1990 por la URSS. Ucrania, que en el pasado consideró injusto el heredar unas limitaciones concebidas para otro país y otras circunstancias, ha cambiado de postura y ha aceptado los límites fijados en 1990. De esta forma, Kiev se ha preparado el terreno para una posible denuncia de los efectivos militares rusos en su territorio."En el distrito de Odessa hay 250 tanques adscritos a la flota del mar Negro, que están en nuestro territorio, y que no son nuestros, sino rusos. Y como el tratado CFE sólo prevé 280 tanques, a nosotros sólo nos queda un cupo de 30 tanques. Esto es ridículo, señala el militar. Hace unos días el viceministro de Defensa ucranio, Iván Bizhán, no excluyó la posibilidad de que Ucrania se dirigiera a la comunidad internacional para que las tropas rusas sean consideradas como extranjeras y en el futuro puedan ser sacadas de Ucrania.

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Las fuentes apuntaron también la posibilidad de denunciar la presencia de esta flota como un contingente militar de ocupación a partir del 31 de diciembre próximo, fecha en que expira el plazo acordado por los líderes de ambos países para mantener un mando conjunto sobre la flota heredada de la URSS.En la búsqueda de soluciones, altos mandos militares ucranios estudiaron en el Pentágono norteamericano el régimen especial que regulaba la presencia militar de Estados Unidos en la República Federal de Alemania. y en Japón tras la II Guerra Mundial, señalaron las fuentes, según las cuales los militares habían propuesto arrendar la flota en febrero de 1992, pero los políticos se negaron. La fuente cree que Ucrania dejó pasar oportunidades irrepetibles de "privatizar" la flota inmediatamente después de la desintegración de la URISS y careció de una figura de la talla de Igor Kasatónov, el vicealmirante en jefe de la Armada rusa, que entonces dirigía la flota. "Los políticos no querían irritar a Rusia debido a la dependencia energética y además no teníamos experiencia", señala.

El capitán Perepelitsia cree que Ucrania ha salido del aislamiento gracias a los temores que la guerra de Chechenia ha despertado. Chechenia convenció a Occidente de que la amenaza rusa era real y de que había que apoyar a Ucrania. Aunque en EE UU existe un lobby partidario de convertir a Ucrania en un contrapeso de Rusia, la idea imperante hoy consiste en robar Ucrania a Rusia para evitar que ésta se consolide como una potencia imperial en Europa. Ucrania no podría en ningún caso ser un contrapeso militar, ya que se está transformando en una potencia desnuclearizada tras la firma del Tratado de No Proliferación y el acuerdo tripartito con EE UU y Rusia, por el que sus cabezas nucleares son desmonta das y transportadas al vecino oriental. Cualquiera que sean sus temores frente a Rusia, la Administración de Clinton no está dispuesta a hacer concesiones que permitan a Kiev interrumpir el desguace de misiles. Washington ha dado muestras de que no va a dejar a Ucrania abandonada a su destino frente a Rusia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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