Venecia reúne a los grandes pintores del siglo

"Una Bienal de reflexión sobre el arte en general" es el lema que Jean Claire, director del Museo Picasso y primer extranjero que dirige la exposición de Venecia, prefirió ayer al presentar la edición conmemorativa de su centenario de esta máxima manifestación europea de las artes plásticas, que ayer se inauguró para los críticos y la prensa y que a partir del 10 de junio estaráabierta para el público. "En estos momentos de crisis económica", aseguró Claire en la presentación, "ningún museo del mundo posee una selección tan rica como la de esta Bienal de Venecia".

Claire ha enterrado, pues, el hacha de guerra con las autoridades italianas -llegó a escribir al presidente del Gobierno, Lamberto Dini, quejándose por la falta de colaboración y los retrasos en los trabajos- y se muestra extraordinariamente satisfecho del resultado conseguido. Afirma que han sido "muy pocas, menos del 20%", las peticiones de obras que no han sido atendidas para la gran retrospectiva sobre el arte de 1895 a nuestros días que vértebra esta Bienal del Centenario, que hace la número 46 de la serie.Tres artistas españoles, Pablo Picasso, Joan Miró y Antonio López, están ampliamente representados junto a casi todos los grandes del siglo, desde Paul Cézanne a Francis Bacon, David Hockney o Lucien Freud, en esa exposición titulada Identidad y alteridad, figuras del cuerpo, que se desarrolla en tres recintos: el Palazzo Grassi, centro expositivo de la Fiat, que es el mayor de todos; el Museo Correr, donde se sigue la evolución posterior a 1968, y el Pabellón de Italia, que, con 20 artistas seleccionados, se atiene al criterio general.

En contra de lo que se había dicho, no figura en el Palazzo Grassi ni en toda la documentación de la Bienal obra del pintor español Antonio Saura. La Bienal de 1995 tiene, además, su desarrollo habitual de pabellones nacionales en los Jardines del Castillo, donde España presenta a concurso obras de Eduardo Arroyo y Andreu Alfaro.

Inmersas en el capítulo conmemorativo, aparecen también otras exposiciones menores sobre la historia de la manifiestación, montadas en el Palazzo Ducale y en Ca Pesaro, sede del museo de Arte Moderno, o sobre el retrato fotográfico a través del siglo. Diversas esculturas modernas han sido instaladas, por otra parte, en puntos estratégicos de la ciudad italiana más visitada por los turistas.

Prioridades

Jean Claire ha suprimido, en cambio, el llamado Aperto, la exposición que durante la última década ha venido recogiendo obra de artistas noveles. El director de la Bienal, tachado con frecuencia de enemigo del arte contemporáneo y de academicista, explica esta supresión "corno una cuestión de prioridades" y por la necesidad de reorganizar un sector de la Bienal que, en su opinión, "ha sido pésimo en los últimos años". Claire afirma que su interés por el arte joven queda bien reflejado en la sección restrospectiva, y, ante la pregunta de que esa misma sección no refleja su preferencia por al arte figurativo, matiza: "Seguramente, la retrospectiva plantea el tema de que este siglo XX no ha estado totalmente bajo el signo del abstracto, así como la permanencia de una especie de obsesión por el autorretrato presente incluso en artistas abstractos como Piet Mondrian", cuyo autorretrato cuelga en el Palazzo Grassi.

El director de la Bienal del Centenario, antítesis de su predecesor, el crítico italiano Achille Bonito Oliva, que llenó la 45ª edición de golpes de efecto y de importaciones arriesgadas, se dice personalmente contrario a la concesión de premios mientras no haya unas reglas definidas; cree que la llamada apertura al arte del Tercer Mundo no es más que una forma postrera de colonialismo; reinvindica el valor de la academia como una nueva forma de defensa mutua de los artistas tras el fin de las vanguardias, y estima que la Bienal sólo logrará sobrevivir si se convierte en un foro de intercambio para los propios artistas. "La Bienal ha estado en peligro de muerte, pero podría revivir bajo otras formas. Por ejemplo, si volviera a jugar, tras los cambios en el Este, el papel de encrucijada cultural entre Oriente y Occidente que Venecia, ciudad ella misma moribunda, tuvo en sus mejores épocas", afirma.

Representación del rostro

Como paso hacia esa transformación, Jean Claire ha propuesto la actual reflexión sobre "la relación entre si mismo y el otro", un recorrido con frecuencia dramático sobre los cambios en la representación del rostro y del cuerpo humano, que incluye la falta misma de representación, y cuyo desarrollo no deja excesivo margen para la amabilidad gratuita.

De las más de 700 obras que incluye la exposición retrospectiva, el director de la Bienal se dice especialmente satisfecho de haber conseguido traer a Venecia una serie de 10 cuadros de Malevic Kazemir, pintor ruso de los años treinta, y el último cuadro de Balthus, procedente de una colección privada neoyorkina. A la docena larga de picassos que cuelgan en Palazzo Grassi le da menos importancia, porque, dice, los tenía más cerca de casa.