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España fija el tope del 2005 para acabar con los vertidos tóxicos al Mediterráneo

Borrell acepta el plazo de las organizaciones ecologistas

M. BUSTOS / C.GONZÁLEZEl mantenimiento del año 2005 como fecha límite para la progresiva eliminación de los vertidos tóxicos industriales al mar se ha convertido en el punto clave de la conferencia que se celebra en la capital catalana sobre el Convenio de Barcelona para la protección del Mediterráneo, que reúne desde ayer y hasta el próximo sábado a representantes de los países ribereños. España, que hasta ahora se había mostrado reticente a establecer plazos, varió de posición durante la jornada inaugural, al anunciar el ministro José Borrell su acuerdo con la fecha límite del año 2005.

Las reticencias a que ese plazo se fije en un protocolo vinculante las han mostrado, junto a España, los otros dos países ribereños con mayor cantidad de industrias, Francia e Italia, con el apoyo de Grecia. Esas matizaciones se han expresado después de que en 1993 los países firmantes del Protocolo para la Protección del Mar Mediterráneo acordaran "reducir y eliminar progresivamente para el año 2005 los vertidos al entorno marino de sustancias tóxicas, persistentes y bioacumulables", especialmente "los compuestos organohalogenados" de esas características.

Fruto de esas reticencias es que en la conferencia que se inició ayer no se prevea la modificación del protocolo que establezca el plazo del 2005 y convierta en vinculante la declaración de principios de 1993. Sí se prevé que el tema aparezca en la Resolución de Barcelona. Los matices con que sea incluida esta cuestión mostrarán hasta qué punto los gobiernos de las países ribereños más industrializados están de acuerdo con un punto que las organizaciones no gubernamentales han tomado como bandera en la conferencia.

Reconversión industrial

El propio Borrell, al anunciar que aceptaba el plazo, aseguró que era "consciente de las dificultades de reconversión de los procesos industriales, pero nuestro papel", agregó, "es plantear alternativas" para que realmente acaben los vertidos. El ministro se opuso a los que consideran que los acuerdos de hace 20 años apenas han servido de algo y subrayó que desde entonces los vertidos que se hacen desde buques se han reducido a la mitad. Desde entonces ha crecido el problema de los vertidos que hacen a los ríos mediterráneos las industrias químicas y los complejos petroquímicos y energéticos, que son los que se trata ahora de controlar.

El problema más grave lo plantean los vertidos de metales pesados y de sustancias organocloradas, que son acumulables y que van subiendo en la cadena de alimentación hasta llegar a los mamíferos marinos, a los peces y al hombre al consumirlos, sin perder su toxicidad. Para poner de relieve el problema, miembros de Greenpeace colocaron frente al hotel en que se celebra la conferencia un gigantesco muñeco de un bebé de 400 kilos de peso y ocho metros de longitud con un cordón umbilical de quince metros que, según explicó la vicepresidenta de la organización en España, Helena Fuster, "simboliza las generaciones futuras", que ya reciben a través de la madre sustancias tóxicas procedentes del Mediterráneo.

Recogiendo una iniciativa de 77 organizaciones no gubernamentales que se reunieron el fin de semana, Borrell planteó la creación de un fondo de gestión para el desarrollo sostenible y la protección del litoral que debería nutrirse de recursos públicos y privados. Este fondo permitiría realizar acciones de protección que algunos países no pueden llevar a cabo por sí mismos. La re presentación española también solicitó que el centro de tecnologías limpias creado por la Generalitat catalana se convierta en centro regional vinculado al Plan de Acción del Mediterráneo.

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