El extranjero
Es sabido que todo argumento xenófobo encuentra su resorte último en el siguiente procedimiento: se describe un elemento aisladodel conjunto social, excepcional, dotado de una malignidad esencial, siempre listo a reaparecer, nunca eliminado del todo y que encarna distintos tipos de excesos con respecto a la ley, el dinero, la palabra, etcétera, en su lógica colectiva. El señor Arcadi Espada [EL PAIS, 18 de mayo] encuentra para su efusión cruel a los argentinos y a los lacanianos, y, entrecruzando ambos, obtiene su metáfora del exceso: los psiquiatras. Según él, "almas en pena", "especie extinguida' , donde su irónica "melancolía de ornitorrincos" sería sólo una broma de mal gusto si no evocase a la canalla nazi, que siempre intenta arrancarle el estatuto de lo humano a su adversa-rio. Esa "especie" tan despreciada y despreciable para el autor no muere del todo, imprevisiblemente es tan astuta que ahora se traslada a Barcelona, para que en su exceso (carísimo chapoteo salivar) sea ahora nada menos que el sostén de los problemas lingüísticos catalanes y hasta incluso de los señores Serra y Pujol. He visto presentar muchas veces al extranjero como metáfora de un exceso, pero en pocas se puede apreciar hasta dónde el desprecio envenena tanto el discurrir. Mientras tanto, su periódico, si quisiera corresponder al problema en su dignidad y esencia, debería intentar apostar por un debate que nunca se despliega hasta el final. ¿Quién es el que llega?, ¿en qué condiciones se le admite?, ¿cuáles son los malentendidos que tejen y nutren el vínculo entre los argentinos y los españoles en España?En estas cuestiones no se trata tan sólo de posiciones bienintencionadas, no se trata de pensar en los extranjeros como víctimas, pues los discursos que quieren representar piadosamente a las víctimas luego las negocian políticamente. Se trata del respeto debido a quienes han decidido jugar su existencia en estas tierras, decisión que ni el insulto ni el discurso piadoso pueden desentrañar. Se trata de la justicia y la generosidad, la que no debería permitir olvidar que fue un argentino, Óscar Masotta, perseguido por la dictadura y muerto en su exilio catalán en medio de una aventura intelectual prodigiosa, quien introdujo la obra de Lacan en España, que el pensamiento de Lacan es la piedra angular de una posible renovación de las ciencias sociales y la doctrina de la salud mental, que el psicoanálisis no es lo mismo que la psiquiatría (aunque su diálogo es urgente), que los psicoanalistas no son sólo argentinos, que los hay valencianos, andaluces, vascos, gallegos, catalanes, madrileños, asturianos, etcétera. Hechos que una vez más la práctica mezquina de su ejercicio periodístíco ha dejado de lado. Jorge Alemán.
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